sábado, 22 de septiembre de 2012

La Iglesia católica admite 620 casos de pederastia en Australia

 El arzobispo de Melbourne, Denis Hart.

Los obispos del país piden perdón por las "horribles y vergonzosas" cifras
Una investigación interna concluye que la mayoría de los casos ocurrieron entre 1960 y 1980



La Iglesia católica de Australia ha confirmado 620 casos de abusos sexuales contra menores cometidos por sacerdotes desde la década de 1930. Es una revelación inédita en ese país y el arzobispo de Melbourne, Denis Hart, calificó de “horribles y vergonzosas” las cifras. Todo figura en un informe entregado a la comisión que investiga los casos de pederastia cometidos en las distintas órdenes religiosas en el Parlamento del Estado de Victoria (al sureste del país). Según las asociaciones de víctimas, el número de los que sufrieron abusos puede superar los 6.000 solo en Victoria.

El arzobispo Hart precisó en un comunicado de su archidiócesis que la mayoría de los casos que ahora se reconocen ocurrieron entre la década de 1960 y la de 1980, aunque se remontan hasta 80 años atrás, mientras que solo 13 de los abusos tuvieron lugar después de 1990. Tambien prometió que la Iglesia colaborará plenamente con la comisión parlamentaria. Agregó que está investigando otros 45 supuestos abusos sexuales.

“En la comisión, estamos abiertos a mirar a los abusos horrorosos que ocurrieron en Victoria y en otras partes. Este informe demuestra que la Iglesia está hoy comprometida a afrontar la verdad y no esquivar, disminuir o evitar estas acciones de aquellos que violaron sus votos sagrados”, añadió Hart.

Fue el Parlamento de Vitoria quien creó el pasado abril la comisión especial para estudiar los casos de pederastia cometidos por las distintas órdenes religiosas. Tiene previsto ofrecer sus conclusiones el año que viene.

En su visita a Australia, en 2008, el papa Benedicto XVI se reunió con algunas de las víctimas, a las que pidió perdón en nombre de la Santa Sede.

La corrupción sexual entre eclesiásticos amenaza el pontificado de Benedicto XVI, que llegó al cargo hace siete años prometiendo acabar con la “suciedad” en su Iglesia. El calificativo fue textual: “Cuánta suciedad”, clamó en un discurso ante los cardenales. Se refería, sobre todo, a la suciedad de los comportamientos sexuales del clero y de algunos jerárcas, estos últimos por acción pero sobre todo por omisión de su deber de vigilar y cortar los abusos sexuales a menores en su diócesis.

Pese a que el Papa, en su empeño de promover la “tolerancia cero”, adoptó medidas profilácticas, como la inmediata expulsión de Roma del notorio pederasta Marcial Maciel, el poderoso fundador de los Legionarios de Cristo, e incluso se decidió a pedir perdón él mismo a las víctimas de algunas Iglesias locales (Irlanda, en primer lugar), los escándalos siguen salpicando al Vaticano por la pasividad de algunos episcopados. La Iglesia ha pedido perdón en Holanda, Alemania y Estados Unidos por casos similares.

También en Argentina menudean los casos de abusos sexuales a menores en parroquias y seminarios, sin que acabe de cerrarse el problema. Esta vez ha sido el Arzobispado de Paraná, en la provincia de Entre Ríos, quien se ha visto obligado a salir ante la opinión pública para expresar su “profunda vergüenza e inmenso dolor por faltas gravísimas cometidas” por un sacerdote al que acusaron de abusar de menores. Los hechos sucedieron entre los años 1984 y 1992 y ha sido una investigación periodística la que lo ha desvelado ahora. El asunto está ya en manos de la Justicia de la provincia de Entre Ríos.

“Las últimas noticias periodísticas reavivan nuestra profunda vergenza e inmenso dolor por faltas gravísimas cometidas por uno de quienes deben servir a la vida moral del pueblo, con su ejemplo y enseñanza”, dijo el jueves pasado Arzobispado de Paraná en un comunicado. También afirma que cuando por primera vez se conocieron los hechos, “se realizaron todas las medidas” para el “esclarecimiento de la verdad, siempre preservando el derecho a la intimidad y el debido proceso”, informa Efe.

El sacerdote implicado, José Ilaraz, se encuentra apartado del ministerio sacerdotal “hasta que la Santa Sede resuelva su situación”. Según medios de prensa locales, se le acusa por medio centenar de casos de abuso a chicos de 12 a 14 años, entre 1984 y 1992, cuando Ilarraz era prefecto del Seminario Menor de Paraná.


Otros perdones

-En 2007, el arzobispo de Los Ángeles (EE UU) pidió perdón a los afectados por los abusos sexuales infantiles por parte de sacerdotes. La archidiócesis acordó pagar 508 millones de euros a los afectados. El pasado junio, William Lynn, prelado de la archidiócesis de Filadelfia, se convirtió en el primer alto cargo de la Iglesia católica de EE UU condenado por abusos a menores.

-El papa Benedicto XVI declaró en 2010 que estaba “verdaderamente arrepentido” por los abusos sufridos por las víctimas a manos de curas católicos en Irlanda.

-En 2010, el líder de la Iglesia católica alemana, el arzobispo Robert Zollitsch, reconoció que los casos de abusos han llenado la Iglesia de "pesar, horror y vergüenza". El perdón llegó tras una investigación que implicaba a 46 jesuitas en 205 casos.

-En diciembre pasado, la Conferencia Episcopal holandesa pidió perdón por “la lacra de los abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia católica".


Clamoroso silencio en España


La Conferencia Episcopal ha silenciado las denuncias de abusos en España
 


La buena voluntad de Benedicto XVI cuando ordenó “tolerancia cero” con los eclesiásticos pederastas está siendo arruinada por el episcopado en muchos países. El Papa se muestra incapaz de cumplir la promesa más sonada: no solo iba a acabar con la corrupción sexual, sino que también apartaría a los encubridores, en su mayoría miembros de la jerarquía. No lo ha hecho. La realidad es tozuda. Surgen nuevos casos de abusos sexuales en centros educativos católicos, y muchos prelados, en lugar de combatirlos, solo los afrontan cuando la prensa o la justicia locales llevan tiempo investigándolos.

También suelen reaccionar con un indecente “¡Y tú más!”. Así ocurrió en España. Peor aún. El cardenal Antonio Cañizares, exprimado de Toledo y ahora presidente de la Pontificia Congregación para el Culto, tiene la idea de que las informaciones sobre abusos sexuales entre el clero son una cortina de humo. “Nos atacan para que no se hable de Dios; peor es el aborto”, dijo hace dos años. Con la misma displicencia se ha expresado nada menos que el secretario de Estado de la Santa Sede, Tarcisio Bertone, número dos del Papa. “Hay personas que intentan desgastarnos, pero la Iglesia cuenta con la ayuda de lo Alto”, se justificó el cardenal italiano.

La Iglesia australiana ha pedido pidió perdón con una profunda vergüenza. Antes lo han hecho los episcopados de Irlanda, Holanda, Alemania y Estados Unidos. En España, la Conferencia Episcopal que preside el cardenal Antonio María Rouco no ha reaccionado cuando ha habido denuncias, abundante, e incluso condenas judiciales, tambien copiosas. Voces no oficiales pero sí relevantes sostienen que en España no serviría de nada una petición de perdón o el reconocimiento de las culpas que procedan, sino, al contrario, tal actitud sería aprovechada “por los enemigos de la Iglesia” para seguir desprestigiándola.

Suele decirse que no hay en España un escándalo de las colosales proporciones de la Iglesia católica en Irlanda —un millar de casos de violaciones, abusos sexuales y sevicias a niños y niñas—, o en la de Estados Unidos. No es verdad. Fue en España donde prosperó el principal foco de pederastas de los últimos 50 años. Ocurrió en los seminarios de los Legionarios de Cristo, para asentarse más tarde en el corazón del Vaticano. El fundador legionario, Marcial Maciel, se movía como pez en el agua por España y en la Santa Sede, y gozó de íntima amistad con Juan Pablo II. Muchas de sus víctimas fueron alumnos del seminario de Ontaneda (Cantabria), sometidos también a vejaciones por otros sacerdotes del grupo.

Pese a todo, una cierta pasividad de los medios de comunicación —la mayoría por convencimiento, otros por temor a ser tachados de anticlericales furibundos—, conduce a creer que no ha habido en España tantos casos como en Irlanda. Tampoco es cierto. Han abundado las denuncias pese a la política de secretismo de la jerarquía y hay varios sacerdotes en la cárcel. ¿Reacción de los obispos? Mantenerlos en el cargo hasta el ingreso en prisión. Lo hizo el de Córdoba con José Domingo Rey Godoy, expárroco de Peñarroya, condenado por abusar de seis niñas.

Uno de los casos ha afectado incluso al cardenal Rouco en Madrid, obligado a pagar una indemnización de 30.000 euros por responsabilidad civil tras la condena de Rafael Sanz Nieto a dos años de cárcel por abusar de alguno de sus monaguillos.

EFE / El País - Madrid 22 SEP 2012
Juan G. Bedoya Madrid 22 SEP 2012

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