lunes, 13 de febrero de 2012

 'War Horse (Caballo de batalla)': Spielberg, el cineasta indomable

Tanto sus fans como sus detractores están de enhorabuena: de igual manera que 'Millennium' es de principio a fin una película de David Fincher, 'War Horse (Caballo de batalla)' es una película de Steven Spielberg durante todos sus fotogramas, a muchísima honra y aun más orgullo, así que unos y otros encontrarán en ella los argumentos suficientes como para seguir defendiendo cada uno sus respectivas posiciones. Dicho esto, que es como hablar por hablar sin haber dicho nada realmente, 'War Horse (Caballo de batalla)' es evidentemente uno de esos filmes que se definen a través de la personalidad de su realizador, un cineasta al que ya gusten más o menos sus películas cabe reconocerle el mérito de saber filmar como pocos, y de poseer ese don innato que sólo poseen los grandes cineastas para convertir cualquier relato en una producción dignísima aunque para ello, al igual que Joey, convenga mirar más bien sólo hacia delante.


El cine, básicamente, consiste en manipular tanto las emociones como los sentimientos del espectador, por lo que la tarea y responsabilidad de todo realizador es coger por donde pueda al espectador para situarle allí donde proceda cual marioneta. Y eso es algo que Steven Spielberg sabe hacer como nadie con una facilidad, emotividad e instinto encomiables, y además cogiendo en no pocas ocasiones a sus víctimas por el gaznate para que así estas no tengan tiempo ni de gritar. Es precisamente su estilizada franqueza a la hora de exponer los sentimientos más elementales y decididamente inocentes, su habitual falta de cinismo que en función con el prisma que se le mire (o en función del estado de ánimo) tiende a confundir sentimentalismo con sentimentaloide, lo que más recelos despierta entre los abyectos detractores del que sin duda es el director más importante del cine moderno, muy por encima de otros grandes nombres como los de Christopher Nolan, James Cameron, David Fincher o Quentin Tarantino, por citar algunos de los que cabría tener en consideración de cara a una lista con los diez o veinte realizadores más influyentes de los últimos años.

Con 'War Horse (Caballo de batalla)' Spielberg demuestra lo que ya demostrase con 'Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio' hace un par de meses, que tras más de 40 años desde su simbólico debut en la gran pantalla de algunos barrios con la notable 'El diablo sobre ruedas' sigue en plena forma y dispuesto a seguir dando guerra, nunca mejor dicho, fiel a sí mismo y de igual manera que otros supervivientes inmortales, caso de Martin Scorsese, más prestigiosos aun por debajo del indudable calado popular del director de 'Parque Jurásico' cuyo nombre en un cartel sería capaz de hasta vender un helado de lentejas. Sí, soy fan del director norteamericano, lo admito abiertamente y aun a pesar de algún traspiés como el de 'Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal' del que, no obstante, no hay que olvidar que venía precedido de tres de los títulos que más a fuego han quedado marcados en la conciencia cinéfila, sin ir más lejos. Aunque no, si bien 'War Horse (Caballo de batalla)' reúne todos los ingredientes del saber hacer de Spielberg no alcanza el nivel de maestría de sus mejores filmes por más que esté tan sólo uno o dos peldaños por debajo, lo que no quita para que sus más de dos horas sean una gozada emocional, sonora y visual.

Siendo Spielberg quien mueve los hilos de esta adaptación de la novela juvenil británica de Michael Morpurgo, adaptada con éxito a una obra de teatro -dicen- que excelente (y que comparte el gusto de Spielberg por envidriecer los ojos de sus espectadores), es extremadamente fácil situarla en un punto intermedio entre dos antecedentes morales tan evidentes y populares como serían 'Salvar al soldado Ryan' y 'E.T. El extraterrestre', si bien su tono cercano a ese realismo mágico de los cuentos apto para todas las edades rebaje su grado de violencia explícita, que no por ello la implícita de un relato siempre elegante que no necesita mostrar sangre para poner de manifiesto la crudeza del conflicto en el que se desarrolla (sirva de ejemplo ese magnífico -y desgarrador- plano de las aspas de un molino tapando un "acto de guerra"). Tras una media hora inicial enfocada a tomarle cariño al equino, y que perfectamente podría enmarcarse dentro de los límites -sin sobrepasarlos- de una producción 100% Disney, quien no se haya atragantado con tanta zoofilia emocional de trago grueso (e ingenuo) asistirá a un encadenado de una serie de capítulos protagonizados por alguna que otra cara familiar en los que veremos como Joey, de igual manera que hacia Forrest "corre" Gump, sobrevivirá a base de tesón, suerte y valentía gracias a su voluntad por reencontrarse con su amigo mientras a su alrededor se libra la guerra más cruenta de cuantas el hombre había conocido (hasta la fecha).



Dicho así su argumento suena algo ridículo, lo sé, máxime ante la duda de cómo es posible que un caballo asuma el protagonismo de una producción épica sin recurrir al recurso de otorgarle el don del habla. Y esa es otra de las grandezas que hacen de Spielberg uno de los grandes, uno de esos realizadores capaces de rodar cualquier cosa de tal manera que rezume dignidad por los cuatro costados, tanto los momentos complicados como los más simples sin perder casi nunca la compostura (salgo algún exceso acaramelado marca de la casa). Pero de igual manera que Spielberg no sería Spielberg sin su subrayado emocional nada discreto a la hora de rematar la función (sirva de ejemplo el epílogo de 'A.I.'), Spielberg no sería lo mismo sin los aportes de sus habituales colaboradores entre los que cabe destacar aquellos dos cuyo trabajo más y mejor luce en pantalla, en el caso de 'War Horse (Caballo de batalla)' además de forma magistral en ambos casos. Nos referimos, por supuesto, a ese mago de la música que es John Williams cuya partitura, que un servidor no se cansa de escuchar una y otra vez, es simplemente MAGISTRAL dicho sea con mayúscula, para que quede claro, mientras que el trabajo de Janusz Kaminski, lejos de los excesos habituales en él, otorga al filme un look primoroso que como se suele decir demanda bastantes más pulgadas de las que podemos encontrar en cualquier hogar. ¿Y qué decir de ese sonido capaz de hacer retumbar toda una sala al son atronador de la carga de la caballería?

'War Horse (Caballo de batalla)', como se suele decir, es un dulce envenenado cuya extra de azúcar puede causar estragos, sí, aunque uno no tiene por qué dejarse llevar por la amargura de su día a día. Un retrato amable, bienintencionado y siempre esperanzador hasta en los peores momentos de una época turbia cuya elemental y muy elegante narrativa se muestra con la belleza del envoltorio tan rotundo que un cineasta de la categoría de Spielberg es capaz de dotarle a cualquier producción. Curiosamente, 'War Horse (Caballo de batalla)' vendría a ser el mejor homenaje al cine clásico que hemos tenido el placer de encontrarnos en mucho tiempo, en particular a ese idolatrado John Ford del que tan buena nota ha sabido tomar siempre, un filme con entidad propia que a diferencia de lo que sucede con 'The Artist' o 'La invención de Hugo' sabe hacer de su homenaje algo intrínseco a su narrativa sin permitir que este interfiera, estorbe o justifique su propia naturaleza. Y ese detalle en particular resume la maestría de Spielberg, un cineasta que aprendió de los del ayer para enseñar a los del mañana, aunque parece que hoy hay quien espera a que muera para abrir los ojos. En fin...

Vía El Séptimo Arte | 9 de febrero de 2012 | Por wanchope
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