Anoche, en la gala de los Max, como bien informa Rosana Torres (y como vimos todos los espectadores, sin dar crédito) se censuraron los parlamentos, al parecer muy críticos con la situación de la cultura en nuestro país, de Alfredo Sanzol, Salvador Sunyer y Sanchis Sinisterra. El tajo a las palabras de Salvador Sunyer fue escandaloso, perpetrado con una brutalidad y una absoluta falta de respeto: al ganador, a los participantes en la gala, y a todos los espectadores. Se nos dirá, como suele decirse en estos casos, que era "cuestión de horario". No cuela: hubo parlamentos tediosos y/o larguísimos, como el del director del festival Translatinas (todo mi respeto para él y para el empeño de su certamen), que se dieron íntegramente. Lo que sucedió anoche es, si no nos demuestran lo contrario, censura pura y dura a cualquier voz disidente.
Felicidades a los ganadores por los merecidos trofeos, pero como espectador, como crítico, como amante del teatro, exijo una explicación: del ministro Wert, de los organizadores de los Max y de los responsables de la filmación y emisión del desaguisado (obviamente y por lo que parece, en bochornoso falso directo). Una explicación y una nueva emisión de los parlamentos amputados. No podemos permanecer callados ante una tropelía semejante. ¿A qué tiempos estamos volviendo?
Por: Marcos Ordóñez | 01 de mayo de 2012
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