El creador y productor ejecutivo de 'Juego de Tronos' George R. R. Martin.
Canal +1 estrena la segunda temporada de 'Juego de Tronos' basada en la novela de George R. R. Martin
A los doce años, George R. R. Martin vendía a los amigos de su manzana historias de monstruos que inventaba en su casa y redactaba a golpe de bolígrafo. A los 21 comenzó su carrera de escritor de novelas fantásticas y de ciencia ficción. Durante una década, se reconvirtió en guionista y productor en Hollywood. Pero en 1991 concibió el conjunto de novelones englobados bajo el epígrafe Canción de hielo y fuego, compuesto de siete volúmenes de unas 1.000 páginas cada uno de los que ya ha acabado cinco. La serie de televisión de la cadena HBO Juego de tronos (cuya segunda temporada se estrena hoy en Canal +) recrea minuciosamente el mundo inventado en esa saga en el que hay muros de hielo erigidos para contener a figuras fantasmales que vagan por la nieve, muchos reyes y pocos tronos, batallas medievales, crías de dragón y una descarnada lucha por el poder.
Una mezcla de Los Soprano y El Rey Lear, de Shakespeare. Su creador, nacido en New Jersey en 1948, tocado con su eterna gorra de capitán de barco, se encuentra promocionando sus libros y la serie en un hotel de Lisboa. El revuelo de cámaras y su agenda de ministro indican que ha alcanzado el rango de escritor-estrella, de ventas millonarias. Pero él se comporta como lo que es: un tipo amable, inteligente, bonachón y simpático que hace lo que más le gusta desde los doce años.
Pregunta. ¿Algún día imaginó un éxito así?
Respuesta. No, claro que no. Uno sueña con eso: tener muchos lectores, vender muchos libros. En mi caso, no siempre fue así: yo tuve éxitos pero también fracasos. Así que sé apreciar y agradecer lo que me ocurre ahora. Muchos me comparan con Tolkien, lo que es un gran honor.
P. ¿Y está de acuerdo?
R. No somos lo mismo, venimos de universos diferentes. Tolkien fue un hombre del siglo XIX, un estudioso, un famoso profesor universitario experto en inglés antiguo, enamorado de Inglaterra. Y eso se refleja en sus libros: las pequeñas ciudades, los arroyos, los árboles, el paisaje. A mí me parece maravilloso, pero yo provengo de otro sitio: pertenezco a la primera generación del baby boom, crecí en un entorno de clase trabajadora, mi padre era estibador y en los paisajes de mi infancia no hay nada rural.
P. ¿Y qué tienen sus libros para que se vendan tanto?
R. No lo sé. Si tuviera un secreto, lo habría puesto en práctica antes, créame. Supongo que encierran una buena historia, con un mundo propio poblado por personajes interesantes de los que la gente quiere saber más y más. Pero he hecho lo mismo en otros libros que han fracasado. Uno nunca sabe.
P. ¿Cómo tuvo la idea de esta saga?
R. Corría 1991, yo estaba en Hollywood, trabajando de guionista. Pero la serie se canceló, volví a Nuevo México, que es donde vivo, y decidí concentrarme en la escritura de una novela de ciencia ficción en la que había pensado mucho. En eso estaba, llevaba cuarenta páginas cuando se me apareció la idea del primer capítulo de Juego de tronos. Era algo muy atrayente, así que dejé la novela y en tres días tenía el primer capítulo. Un capítulo llevó al otro y hasta ahora.
P. ¿Por qué tanta obsesión con el poder?
R. Es algo fascinante. Tal vez porque es un deseo universal que todos tenemos. En todas las sociedades y en todo tipo de sociedades. Yo di clases durante algunos años en Iowa y presencié grandes luchas por el poder, por ver quién se convertía en el presidente de nuestro departamento.
P. ¿Por qué eligió para llevar a la pantalla su historia una serie de televisión?
R. Cuando el libro comenzó a venderse mucho llegaron las ofertas de Hollywood. Pero el cine nunca me convenció. Por una razón: la saga es demasiado larga. El Señor de los anillos se compone de tres libros que se reflejaron en tres películas. Y aún así, hubo que dejar cosas fuera. Cualquiera de mis libros de esta saga es más grande que El Señor de los anillos. ¿Cuántas películas habría que hacer? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿27? Así que llegué a la conclusión de que solo podría convertirse en una serie de televisión y la cadena ideal era HBO, que tiene unos niveles de calidad extraordinarios y que ha hecho las mejores series de televisión: Roma, Los Soprano, y The Wire, entre otras.
P. ¿Cuál fue su grado de implicación en la serie?
R. No tenía la última palabra. Pero me impliqué mucho. En el casting, por ejemplo. Además, hago un guion por temporada.
P. ¿Siempre escribió ciencia ficción o novelas fantásticas?
R. Siempre, desde que era pequeño. Ciencia ficción, mundos imaginarios, monstruos. Siempre me atrajeron las cosas raras, desde que era pequeño.
P. ¿Ahora está escribiendo el sexto volumen de la saga?
R. Sí. En total van a ser siete. Al menos, ese es el plan.
P. ¿Y la serie seguirá a los siete libros?
R. Eso espero. Pero esto es televisión. Nadie sabe lo que va a ocurrir, cuándo te van a cancelar un contrato. La serie se vende muy bien. Si todo esto continúa así, creo que tenemos un gran futuro por delante en la serie, diez u once temporadas. Pero repito: en televisión no se puede dar nada por seguro.
EL PAÍS.com - Antonio Jiménez Barca - Lisboa - 22 ABR 2012
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Canal +1 estrena la segunda temporada de 'Juego de Tronos' basada en la novela de George R. R. Martin
A los doce años, George R. R. Martin vendía a los amigos de su manzana historias de monstruos que inventaba en su casa y redactaba a golpe de bolígrafo. A los 21 comenzó su carrera de escritor de novelas fantásticas y de ciencia ficción. Durante una década, se reconvirtió en guionista y productor en Hollywood. Pero en 1991 concibió el conjunto de novelones englobados bajo el epígrafe Canción de hielo y fuego, compuesto de siete volúmenes de unas 1.000 páginas cada uno de los que ya ha acabado cinco. La serie de televisión de la cadena HBO Juego de tronos (cuya segunda temporada se estrena hoy en Canal +) recrea minuciosamente el mundo inventado en esa saga en el que hay muros de hielo erigidos para contener a figuras fantasmales que vagan por la nieve, muchos reyes y pocos tronos, batallas medievales, crías de dragón y una descarnada lucha por el poder.
Una mezcla de Los Soprano y El Rey Lear, de Shakespeare. Su creador, nacido en New Jersey en 1948, tocado con su eterna gorra de capitán de barco, se encuentra promocionando sus libros y la serie en un hotel de Lisboa. El revuelo de cámaras y su agenda de ministro indican que ha alcanzado el rango de escritor-estrella, de ventas millonarias. Pero él se comporta como lo que es: un tipo amable, inteligente, bonachón y simpático que hace lo que más le gusta desde los doce años.
Pregunta. ¿Algún día imaginó un éxito así?
Respuesta. No, claro que no. Uno sueña con eso: tener muchos lectores, vender muchos libros. En mi caso, no siempre fue así: yo tuve éxitos pero también fracasos. Así que sé apreciar y agradecer lo que me ocurre ahora. Muchos me comparan con Tolkien, lo que es un gran honor.
P. ¿Y está de acuerdo?
R. No somos lo mismo, venimos de universos diferentes. Tolkien fue un hombre del siglo XIX, un estudioso, un famoso profesor universitario experto en inglés antiguo, enamorado de Inglaterra. Y eso se refleja en sus libros: las pequeñas ciudades, los arroyos, los árboles, el paisaje. A mí me parece maravilloso, pero yo provengo de otro sitio: pertenezco a la primera generación del baby boom, crecí en un entorno de clase trabajadora, mi padre era estibador y en los paisajes de mi infancia no hay nada rural.
P. ¿Y qué tienen sus libros para que se vendan tanto?
R. No lo sé. Si tuviera un secreto, lo habría puesto en práctica antes, créame. Supongo que encierran una buena historia, con un mundo propio poblado por personajes interesantes de los que la gente quiere saber más y más. Pero he hecho lo mismo en otros libros que han fracasado. Uno nunca sabe.
P. ¿Cómo tuvo la idea de esta saga?
R. Corría 1991, yo estaba en Hollywood, trabajando de guionista. Pero la serie se canceló, volví a Nuevo México, que es donde vivo, y decidí concentrarme en la escritura de una novela de ciencia ficción en la que había pensado mucho. En eso estaba, llevaba cuarenta páginas cuando se me apareció la idea del primer capítulo de Juego de tronos. Era algo muy atrayente, así que dejé la novela y en tres días tenía el primer capítulo. Un capítulo llevó al otro y hasta ahora.
P. ¿Por qué tanta obsesión con el poder?
R. Es algo fascinante. Tal vez porque es un deseo universal que todos tenemos. En todas las sociedades y en todo tipo de sociedades. Yo di clases durante algunos años en Iowa y presencié grandes luchas por el poder, por ver quién se convertía en el presidente de nuestro departamento.
P. ¿Por qué eligió para llevar a la pantalla su historia una serie de televisión?
R. Cuando el libro comenzó a venderse mucho llegaron las ofertas de Hollywood. Pero el cine nunca me convenció. Por una razón: la saga es demasiado larga. El Señor de los anillos se compone de tres libros que se reflejaron en tres películas. Y aún así, hubo que dejar cosas fuera. Cualquiera de mis libros de esta saga es más grande que El Señor de los anillos. ¿Cuántas películas habría que hacer? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿27? Así que llegué a la conclusión de que solo podría convertirse en una serie de televisión y la cadena ideal era HBO, que tiene unos niveles de calidad extraordinarios y que ha hecho las mejores series de televisión: Roma, Los Soprano, y The Wire, entre otras.
P. ¿Cuál fue su grado de implicación en la serie?
R. No tenía la última palabra. Pero me impliqué mucho. En el casting, por ejemplo. Además, hago un guion por temporada.
P. ¿Siempre escribió ciencia ficción o novelas fantásticas?
R. Siempre, desde que era pequeño. Ciencia ficción, mundos imaginarios, monstruos. Siempre me atrajeron las cosas raras, desde que era pequeño.
P. ¿Ahora está escribiendo el sexto volumen de la saga?
R. Sí. En total van a ser siete. Al menos, ese es el plan.
P. ¿Y la serie seguirá a los siete libros?
R. Eso espero. Pero esto es televisión. Nadie sabe lo que va a ocurrir, cuándo te van a cancelar un contrato. La serie se vende muy bien. Si todo esto continúa así, creo que tenemos un gran futuro por delante en la serie, diez u once temporadas. Pero repito: en televisión no se puede dar nada por seguro.
EL PAÍS.com - Antonio Jiménez Barca - Lisboa - 22 ABR 2012
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