Protesta en San Petersburgo contra la limitación de derechos a los homosexuales.
La creciente intolerancia se debe en parte al papel de la Iglesia ortodoxa
La comunidad gay de Rusia se ha movilizado por sus derechos después de que en la ciudad de San Petersburgo entrara en vigor a fines de marzo una polémica legislación local, que, además de equiparar la pedofilia a la homosexualidad, permite multar la “propaganda” de esta última entre los menores. Esta normativa podría extenderse a todo el país si prospera el proyecto de ley enviado a la Duma Estatal de Rusia (Cámara baja del Parlamento) el 28 de marzo. El documento, una iniciativa del Parlamento de Novosibirsk (Siberia Occidental), pretende “proteger” a los jóvenes en nombre de la familia tradicional y los derechos de la infancia, según la nota explicativa que lo acompaña.
“La propaganda de la homosexualidad ha adquirido una gran fuerza en Rusia”, señala la nota, según la cual, “la familia, la maternidad y la infancia en su concepción tradicional (…) representan los valores que aseguran el relevo generacional ininterrumpido” y el “mantenimiento y desarrollo” de los pueblos de Rusia, y por ello, “necesitan una especial defensa por parte del Estado”. A los niños, afirma, hay que defenderlos de “los factores que influyen negativamente en su desarrollo físico, intelectual, psíquico, espiritual y moral”, afirman los promotores de documento, que no definen el concepto de “propaganda” de la homosexualidad.
La comunidad gay y defensores de derechos humanos alegan que la ley, de ser aprobada, podría convertirse en instrumento para silenciar simples informaciones y expresiones culturales susceptibles de interpretarse como “propaganda” de la homosexualidad. Por de pronto, los jueces de San Petersburgo evitan recurrir a la nueva norma. El viernes, un juzgado de barrio, alegando defectos de forma, reenvió a la policía el caso de dos activistas gais que habían sido detenidos el día anterior por formar piquetes ante un establecimiento educativo, portando letreros en los que se afirmaba que la homosexualidad es normal. El juez envió a los activistas a casa y defraudó sus expectativas de convertirse en los primeros condenados por la nueva ley.
La homosexualidad, que fue perseguida en la Unión Soviética, está despenalizada en Rusia. Sin embargo, “nuestros legisladores parten de la idea de que se puede castigar por la propaganda de algo que no es un delito”, ha dicho Valentín Gefter, director del Instituto de Derechos Humanos de Moscú. “Hay que estar muy vigilantes ante la ideología del castigo contra un grupo vulnerable”, advirtió aludiendo a la intolerancia y brutalidad que amenazan a los miembros de la minoría gay. En 2011, las minorías sexuales fueron víctimas de 34 ataques en siete regiones del país, afirma Valeri Sozáev, del grupo LGBT-Net (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales). Estas cifras, aclara, se refieren solo a localidades (San Petersburgo, sobre todo) donde existen colectivos capaces de denunciar los casos, pero no reflejan el panorama global de unpaís de 142 millones de habitantes.
Además de San Petersburgo, otras tres regiones rusas han aprobado, con matices locales, legislación contra la “propaganda” de la homosexualidad ante menores: Riazán, en 2006; Arjángelsk, en 2011, y Kostromá, en 2012. En Samara (en la región del Volga), está en trámite una ley cuyo fin es crear “una atmósfera de intolerancia social” ante la “propaganda” de la homosexualidad entre los menores. El proyecto se refiere a la “desorientación, degradación y perversión” de las jóvenes generaciones enfrentadas por “flujos informativos no limitados por nada, entre ellos los que contienen propaganda del amor homosexual, pedofilia y otras manifestaciones”. El proyecto menciona “la difícil situación demográfica” de Rusia como motivo para “promulgar legislación prohibitiva en relación con la homosexualidad”.
La intolerancia está relacionada con el creciente protagonismo político de la Iglesia ortodoxa rusa, que trata de imponer sus criterios a la sociedad de forma cada vez más combativa. “La Iglesia ortodoxa hace propaganda del odio a las minorías sexuales y bendice los pogromos”, afirma Nikolái Alexéev, líder del movimiento El Orgullo Gay. “Tiene unas posibilidades de influencia incomparablemente mayores que en Occidente, donde la sociedad está más desarrollada”, añade.
“En Rusia está en marcha una guerra cultural”, afirma Sozaev, según el cual, “la sociedad vive en una etapa de revanchismo tradicionalista con la ayuda de la Iglesia ortodoxa rusa”.
En el colectivo gay de Rusia hay diferentes grupos, que difieren en tácticas y enfoques. Alexéev, partidario de la celebración de “gay parades” en Moscú, desafía en público a los sectores conservadores y planea utilizar la nueva legislación para crear un partido político en defensa de las minorías sexuales. Otros grupos, según Sozaev, prefieren hacer hincapié en la labor informativa por considerar que una buena parte de la sociedad rusa simplemente no entiende los problemas que se plantean. La LGBT-NET dedicó la semana contra la homofobia (la primera semana de abril) a actividades explicativas y conferencias.
EL PAÍS.com - Pilar Bonet - Moscú - 8 ABR 2012
La creciente intolerancia se debe en parte al papel de la Iglesia ortodoxa
La comunidad gay de Rusia se ha movilizado por sus derechos después de que en la ciudad de San Petersburgo entrara en vigor a fines de marzo una polémica legislación local, que, además de equiparar la pedofilia a la homosexualidad, permite multar la “propaganda” de esta última entre los menores. Esta normativa podría extenderse a todo el país si prospera el proyecto de ley enviado a la Duma Estatal de Rusia (Cámara baja del Parlamento) el 28 de marzo. El documento, una iniciativa del Parlamento de Novosibirsk (Siberia Occidental), pretende “proteger” a los jóvenes en nombre de la familia tradicional y los derechos de la infancia, según la nota explicativa que lo acompaña.
“La propaganda de la homosexualidad ha adquirido una gran fuerza en Rusia”, señala la nota, según la cual, “la familia, la maternidad y la infancia en su concepción tradicional (…) representan los valores que aseguran el relevo generacional ininterrumpido” y el “mantenimiento y desarrollo” de los pueblos de Rusia, y por ello, “necesitan una especial defensa por parte del Estado”. A los niños, afirma, hay que defenderlos de “los factores que influyen negativamente en su desarrollo físico, intelectual, psíquico, espiritual y moral”, afirman los promotores de documento, que no definen el concepto de “propaganda” de la homosexualidad.
La comunidad gay y defensores de derechos humanos alegan que la ley, de ser aprobada, podría convertirse en instrumento para silenciar simples informaciones y expresiones culturales susceptibles de interpretarse como “propaganda” de la homosexualidad. Por de pronto, los jueces de San Petersburgo evitan recurrir a la nueva norma. El viernes, un juzgado de barrio, alegando defectos de forma, reenvió a la policía el caso de dos activistas gais que habían sido detenidos el día anterior por formar piquetes ante un establecimiento educativo, portando letreros en los que se afirmaba que la homosexualidad es normal. El juez envió a los activistas a casa y defraudó sus expectativas de convertirse en los primeros condenados por la nueva ley.
La homosexualidad, que fue perseguida en la Unión Soviética, está despenalizada en Rusia. Sin embargo, “nuestros legisladores parten de la idea de que se puede castigar por la propaganda de algo que no es un delito”, ha dicho Valentín Gefter, director del Instituto de Derechos Humanos de Moscú. “Hay que estar muy vigilantes ante la ideología del castigo contra un grupo vulnerable”, advirtió aludiendo a la intolerancia y brutalidad que amenazan a los miembros de la minoría gay. En 2011, las minorías sexuales fueron víctimas de 34 ataques en siete regiones del país, afirma Valeri Sozáev, del grupo LGBT-Net (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales). Estas cifras, aclara, se refieren solo a localidades (San Petersburgo, sobre todo) donde existen colectivos capaces de denunciar los casos, pero no reflejan el panorama global de unpaís de 142 millones de habitantes.
Además de San Petersburgo, otras tres regiones rusas han aprobado, con matices locales, legislación contra la “propaganda” de la homosexualidad ante menores: Riazán, en 2006; Arjángelsk, en 2011, y Kostromá, en 2012. En Samara (en la región del Volga), está en trámite una ley cuyo fin es crear “una atmósfera de intolerancia social” ante la “propaganda” de la homosexualidad entre los menores. El proyecto se refiere a la “desorientación, degradación y perversión” de las jóvenes generaciones enfrentadas por “flujos informativos no limitados por nada, entre ellos los que contienen propaganda del amor homosexual, pedofilia y otras manifestaciones”. El proyecto menciona “la difícil situación demográfica” de Rusia como motivo para “promulgar legislación prohibitiva en relación con la homosexualidad”.
La intolerancia está relacionada con el creciente protagonismo político de la Iglesia ortodoxa rusa, que trata de imponer sus criterios a la sociedad de forma cada vez más combativa. “La Iglesia ortodoxa hace propaganda del odio a las minorías sexuales y bendice los pogromos”, afirma Nikolái Alexéev, líder del movimiento El Orgullo Gay. “Tiene unas posibilidades de influencia incomparablemente mayores que en Occidente, donde la sociedad está más desarrollada”, añade.
“En Rusia está en marcha una guerra cultural”, afirma Sozaev, según el cual, “la sociedad vive en una etapa de revanchismo tradicionalista con la ayuda de la Iglesia ortodoxa rusa”.
En el colectivo gay de Rusia hay diferentes grupos, que difieren en tácticas y enfoques. Alexéev, partidario de la celebración de “gay parades” en Moscú, desafía en público a los sectores conservadores y planea utilizar la nueva legislación para crear un partido político en defensa de las minorías sexuales. Otros grupos, según Sozaev, prefieren hacer hincapié en la labor informativa por considerar que una buena parte de la sociedad rusa simplemente no entiende los problemas que se plantean. La LGBT-NET dedicó la semana contra la homofobia (la primera semana de abril) a actividades explicativas y conferencias.
EL PAÍS.com - Pilar Bonet - Moscú - 8 ABR 2012
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