domingo, 21 de noviembre de 2010

Los Miserables regresa a Madrid con una versión más fresca y renovada

"Más que un musical, una leyenda". Así reza el eslogan de la adaptación teatral de la obra homónima de Víctor Hugo más aclamada de la historia. Y no le falta razón. Después de 25 años sobre los escenarios de todo el mundo, el musical más longevo de la historia continúa cautivando a los espectadores con su fuerza y pasión. Estos días, Los Miserables regresa a Madrid en primicia (es la primera ciudad donde se representa fuera del Reino Unido) con una producción renovada que no dejará a nadie indiferente.

Desde que se estrenara en 1985 en el Teatro Barbican de Londres, el espectáculo, producido por Cameron Mackintosh y dirigido por Laurence Connor y James Powell, ha sido visto por más de 56 millones de espectadores en 46 países y traducido a 21 idiomas.

"Es un privilegio presentar en Madrid esta nueva versión, más adaptada a los nuevos tiempos, más fresca y con mayor color, pero manteniendo la esencia y la emoción originales", explica Powell, quien ha destacado la pasión que los actores españoles aportan al texto de Víctor Hugo.

Los Miserables ya se pudo ver en la capital en 1992, en el Teatro Nuevo Apolo, en una versión protagonizada por los actores Pedro Ruy-Blas, Gema Castaño, Joan Crosas y Carlos Marín. Pero ahora, 18 años después, ‘el musical de musicales’ regresa a Madrid de la mano de Stage Entertainment y el Teatro Lope de Vega, con un libreto revisado, una nueva orquestación y un reparto encabezado por Gerónimo Rauch, Ignasi Vidal y Daniel Diges. Una versión diferente a la anterior, que permanecerá en escena por una única temporada improrrogable.

Este nuevo montaje recupera la faceta de Hugo como pintor, e incorpora al decorado algunos de sus cuadros. Además, se ha adaptado también el lenguaje original al castellano del siglo XXI, una tarea que ha resultado sumamente complicada. "Resultaba muy difícil traducir las palabras de Víctor Hugo al español, pero estoy contento con el resultado porque hemos conseguido respetar lo poético del texto original, e incluso potenciarlo", ha señalado Powell.

Gerónimo Rauch (Jesucristo Superstar), Ignasi Vidal (Grease), Virginia Carmona (Hoy no me puedo levantar) y el último representante de España en el Festival de Eurovisión 2010, Daniel Diges, protagonizan esta espectacular producción, que ha contado con un presupuesto cercano a los cinco millones de euros.

La historia que ha emocionado al mundo

Los Miserables es, ante todo, una historia de épica y de redención. La leyenda de un hombre que huye de la implacable ley, que no justicia, y cuyo destino a lo largo de los años le llevará a encontrarse con el amor y el coraje de unos pocos y la miseria de otros muchos.

Ambientada en la Francia post revolucionaria (el París del siglo XIX), Víctor Hugo cuenta en su novela la historia de Jean Valjean, un delincuente menor cuyo propósito vital es redimirse, así como de la persecución que sufre desde los veinte años hasta que envejece, por parte del incansable policía Jabert, cuyo reto personal es detenerle.

CRÍTICA
Un trabajo de envergadura

ROGER SALAS - Madrid - 19/11/2010 EL PAÍS.com
Nunca está de más apuntar que esta obra, que ahora cumple 25 años de éxitos, es la creación de dos franceses de buena cultura musical y escénica que ya antes habían experimentado con otro musical: La Revolución Francesa. El buen cimiento de Los Miserables empieza por su libreto, la ordenación de las escenas, que esta vez en el primer acto han sido llevadas a un ritmo frenético que perjudica la comprensión para quien no se hubiera leído antes la novela homónima; la música juega eficaz, resulta pragmática y de utilidad precisa para desarrollar el argumento río y hasta con el clarinete se permite citar a Delibes, el gran compositor francés del Segundo Imperio. La orquesta cumple y una amplificación ingrata la desluce a ratos.

Los artistas se muestran desiguales, con mejor fortuna los protagónicos masculinos que los femeninos. Si ya Gerónimo Rauch mereció todos los elogios cuando perfiló una interpretación soberbia de Mary Sunshine en Chicago, ahora se ha entregado a fondo en Jean Valjean. No hay el mismo acierto en el Marius de Guido Balzaretti ni en la Cosette de Talía del Val, con voces inapropiadas de color y registro.

Pero si de méritos y elogio se trata, deben primar lo de conjunto, tanto al coro como a lo que no se ve. Que funcione como un mecanismo de relojería una producción de esta envergadura en un teatro de tan magras proporciones, es un milagro de pericia y mecánica.

El diseño escenográfico merece un aparte, con ese detalle culterano de usar los dibujos del propio Victor Hugo para desarrollar proyecciones de fondo. Una vez Victor Hugo le confesó a Baudelaire en relación con sus hoy tan reputados dibujos: "He terminado por mezclar todo lo que tengo a mano, lápiz, carboncillo, hollín y con esas cosas extrañas más o menos consigo expresar lo que tengo en los ojos y sobre todo en la mente". También usaba los posos del café y restos de vino, lo cierto es que en este musical también está concentrado un ideario por encima de lo argumental y eso prende en cualquier público. Ya Vargas Llosa apuntó que en Los Miserables "lo que hay de documental es poco exacto y ha envejecido y lo que conserva su frescura y encanto es todo aquello que Hugo estilizó", y ese proceso de estilización y síntesis está en este resultado del musical, que es un paso enorme para el género en España.


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