Las horas posteriores a la aprobación democrática de la ley de matrimonio igualitario tuvieron dos caras. Una de ellas mostraba la alegría por la consecución de la igualdad ante la ley tras años de lucha. Por fin todo un colectivo adquiría los mismos derechos que el resto de sus conciudadanos. La otra, siniestra, exhibía una violencia inusitada. Piedras, botellas y petardos lanzados contra quienes intentaban defender la legalidad. La rabia por tener que compartir derechos con las personas LGTB estallaba por las calles de París y Lyon. Decenas de detenidos saldaban lo que debería haber sido un día de celebración de la igualdad y el respeto a los derechos civiles.
En el barrio de Marais, lugar de tolerancia, se iban congregando exultantes quienes querían festejar la consecución de un logro histórico: la igualdad ante la ley de las personas LGTB. Copas de champán y música techno animaban la fiesta, mientras se repartían abrazos y besos bajo banderas arcoíris. “Hoy es un día de fiesta, ¡hay un ambiente como de Copa del Mundo!” comentaba Alexandre, dueño de un bar gay. “Es el fin de la homofobia de Estado”, aseguraba Coralie, mientras Serge, del brazo de su novio Éric exclamaba copa en mano: “¡al fin se ha conseguido lo que esperábamos desde tanto tiempo! Hay que disfrutar este momento. ¡Qué alegría! Después de ver a toda esa gente en contra, temíamos que la izquierda se echara para atrás”. A la pregunta de cuándo iba a celebrar su boda, Serge contestaba sin poder dejar de ser reflexivo: “hasta ahora, nunca habíamos pensado en casarnos, pero hemos luchado tanto que ha acabado por sernos necesario, se ha convertido en un gesto militante”. El concejal del distrito, el socialista Christophe Girard, felicitaba a todos los presentes, declarando que “hoy brindamos y mañana lo seguiremos haciendo por vuestras bodas”.
En un comunicado, el alcalde de París, el también socialista y abiertamente gay Bertrand Delanoë, se felicitaba por la aprobación de la ley: “doy la bienvenida a la aprobación de la ley de matrimonio igualitario con alegría y orgullo. Al permitir a las parejas del mismo sexo el derecho a contraer matrimonio, nuestros representantes nacionales honran el lema republicano. En un contexto particularmente tenso, los partidarios de la igualdad, la libertad y la fraternidad han sabido mantenerse del lado del progreso con firmeza. Dirijo especialmente mis felicitaciones más efusivas a Christiane Taubira, la ministra de Justicia (…) Tengo la esperanza de que los opositores más virulentos a esta ley, que ahora forma parte de nuestras instituciones, encuentren rápidamente la vía hacia la ciudadanía y la razón”. Precisamente la ministra de Justicia, con su acostumbrada locuacidad, adelantaba que la fecha en la que se podrán celebrar los primeros matrimonios sería en junio y que, según su optimista punto de vista, “estas primeras bodas serán tan hermosas que insuflarán una bocanada de júbilo a este país, y todos aquellos que hoy se oponen se sentirán seguramente confusos al verse capturados por la emotividad de esas bodas tan felices y por la alegría de todas esas familias reunidas”.
En una breve intervención tras el consejo de ministros, el presidente de la República François Hollande también fue interpelado al respecto, declarando que “cuando las pasiones degeneran en violencia, deben ser condenadas y el orden republicano debe restablecerse. Por supuesto, existe la libertad de manifestación, pero también la libertad del Parlamento para legislar. Hoy pido que lo que acaba de surgir del Parlamento sea entendido como una ley de la República. Se ha recurrido al Consejo Constitucional, que se pronunciará sobre la conformidad del texto a los principios fundamentales de nuestra República, y en cuanto el Consejo tome su decisión, promulgaré esta ley, que será una ley de la República. Mientras tanto, insto a todos a buscar sosiego, comprensión y respeto”.
La Francia siniestra
Y mientras quienes creen en la igualdad estaban de fiesta, cientos de homófobos hacían gala de su violencia en las cercanías de la Asamblea Nacional. Tras una nueva manifestación de quienes se oponen a la ley de matrimonio igualitario, a las diez y media de la noche un grupo de jóvenes se enfrentaba a los policías que custodiaban el acceso a las inmediaciones de la cámara baja. Arrojaban piedras, botellas y petardos a las fuerzas del orden, mientras insultaban a los periodistas allí presentes, tildándoles de “colaboracionistas” y “corruptos”. La prensa tuvo que protegerse tras las barreras instaladas por la policía, barreras que los violentos, que aumentaban paulatinamente en número, intentaban derribar. Transcurrida una hora desde el comienzo de la refriega, la policía decidió actuar para dispersar a quienes seguían atacándoles, utilizando gases lacrimógenos. Acorralados, los exaltados se fueron dispersando mientras proferían cánticos de extrema derecha, aunque se produjeron doce detenciones. En las inmediaciones, un grupo de opositores a los derechos LGTB, en este caso de naturaleza pacífica, mostraba su desagrado por los acontecimientos, aunque no dudaban en afirmar que “son el gobierno y los medios de comunicación quienes ocasionan la violencia. Nos llevan hasta el límite y así no es extraño que se produzcan estos deslices”.
En un comunicado, el ministro del Interior Manuel Valls condenaba “con la mayor severidad los nuevos actos de violencia perpetrados esta noche en París y Lyon”. En esta última localidad, según el ministro, se habría procedido a la detención de 44 personas implicadas en actos semejantes a los que tuvieron lugar en la capital.
dosmanzanas.com - Enviado por Calibán el 25 abril 2013
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