jueves, 11 de octubre de 2012

Adiós al sueño de Berlanga


Los estudios Ciudad de la Luz cierran sus puertas.


Luis García Berlanga, más allá de su excepcional legado cinematográfico, quiso cumplir un sueño, el de generar una auténtica industria cinematográfica en España. Fue siempre un defensor del cine como industria y repudiaba el sistema de subvenciones por el clientelismo que muchas veces se daba del mismo, algo a lo que él, como buen ácrata que no se casaba con nadie, era fundamental.

Por ello Berlanga impulso la idea de crear unos grandes estudios cinematográficos en España y vio como su sueño se materializaba cuando en 2000, la Comunidad Valenciana decidió poner en marcha el proyecto de la Ciudad de la Luz, en Augamarga, Alicante. El estudio pretendía constituirse en una alternativa a Madrid y Barcelona como centro de producción audiovisual y competir de tú a tú con los principales estudios mundiales para lo que, entre otras cosas, iba a tener 11 platós, entre ellos, el mejor plató acuático del mundo y ser el estudio más moderno y completo de Europa. Todo ello, además, iba a ser complementado con un centro de estudios cinematográficos de primera.

Tras expropiar a 92 familias en 2002 se iniciaba la construcción de los estudios bajo la dirección del arquitecto Gary Bastien. En 2005 se inauguraron los estudios y acogieron sus primeros rodajes en Septiembre del mismo año: Teresa, La Dama Boba y Lo que Sé de Lola.


Sin embargo, el pasado jueves se hizo oficial el cierre definitivo de La Ciudad de la Luz, los estudios cinematográficos alicantinos que se construyeron en 2005 y que tal y como contaba Juan Antonio Bayona en la reciente charla en las jornadas de Times Talks Madrid, era de los mejores a nivel mundial y el primero en lo que a platós acuáticos se refiere.

¿QUÉ HA PASADO ENTONCES?

Todo lo que ha tenido el estudio de prestigioso a nivel técnico lo ha tenido de polémico. Desde su financiación a su gestión, La Ciudad de la Luz ha sido un ejemplo más del derroche de fondos públicos en la Comundidad Valenciana en pro de la especulación urbanística y las obras faraónicas que tantos réditos daban a los políticos en prensa… y posiblemente en el bolsillo. La Ciudad de las Artes y las Ciencias, el aeropuerto de Castellón, Terra Mítica o el circuito urbano de Fórmula 1 forman parte también de esta gran familia de caprichos. Lo que los gobernantes creían que daría una imagen de lujo y prosperidad se ha ido revelando como lo que en realidad es, un quiero y no puedo  sobredimensionado y lleno de sobrecostes y chanchullos, que además se ha tratado de tapar constantemente con una falta de transparencia sin precedentes.

Desde el comienzo del funcionamiento de los estudios hubo problemas graves en su gestión. La empresa Aguamarga Gestión de Estudios S.L., concesionaria de la gestión del complejo, ha tenido constantes choques con el consejo de administración del mismo manteniendo criterios diferentes y muchas veces contrapuestos. El primer encontronazo serio fue con la producción de ¡Goool 2! Viviendo el Sueño, película producida por Ignacio Sáinz de Vicuña, uno de los pesos pesados de Aguamarga, que, sin embargo, aunque los estudios ya estaban operativos, optó por rodar en los estudios alemanes de Babelsberg. También uno de los administradores de Aguamarga, Antonio Mansilla, participó como productor en películas como Astérix y Obélix en las Olimpiadas, película que recibió sendas ayudas de la Comunidad Valenciana para atraer la producción y empezar a dar la imagen de gran estudio cinematográfico que producciones españolas eran incapaces de dar al mercado internacional. Empezaba el chanchulleo serio.


Pero ese no era el principal problema. Los estudios estaban seriamente infrautilizados, lo que suponía un constante derroche de medios manteniendo unas instalaciones que permanecían vacías la mayor parte del tiempo.

Cinco empresas proveedoras de los estudios y afincadas en los mismos se quejaban de la gestión de Augamarga y anunciaban en 2009 que o se empezaba a atraer rodajes o tendrían que cerrar y señalaban que, el año anterior, en 2008, sólo 8 películas habían sido rodadas allí, todas producidas por Gerardo Herrero, que no supusieron más que un 8% de la ocupación de los estudios. Kodak, que también tenía un laboratorio, amenazaba con despedir a sus pocos empleados.

En 2010, con la crisis haciendo estragos, la guerra ya era total entre la Comunidad Valenciana y Aguamarga. Los primeros instaban a los adjudicatarios de la gestión a abandonar el complejo viendo la que se les venía encima, y los segundos se negaban tajantemente a abandonar porque su contrato duraba hasta 2014 y, tras un cambio en la dirección de la empresa y la ampliación de capital de la misma, no estaban dispuestos a dar la partida por perdida.

Así hasta que la Comisión Europea entró al trapo. El pasado mes de Mayo, tras una denuncia de los estudios Pinewood  y numerosas quejas de otros estudios europeos, Bruselas obligaba a la Comunidad Valenciana a devolver los 265 millones de euros de fondos europeos que se invirtieron en la construcción de la Ciudad de la Luz, por considerar ilegal la concesión de ayudas que permitió la financiación pública del proyecto.

La Comunidad Valenciana había justificado hasta entonces su inversión bajo la tesis de que cualquier inversor privado habría aceptado condiciones similares para financiar el proyecto, es decir, que la Comunidad Valenciana invertía en el proyecto y no consideraba su financiación una concesión de ayudas.

Sin embargo la investigación llevada a cabo por la Comisión Europea, que también encargó un segundo informe externo, concluyó que, atendiendo al plan de desarrollo y financiación del proyecto, ningún inversor privado habría aceptado esas condiciones, y que, por ello, se estaba vulnerando la libre competencia de otros estudios cinematográficos europeos.

El plan de negocio del año 2000 establecía unas tarifas similares a las de otros estudios de igual categoría, pero ignoraba que otros estudios cinematográficos como el de la República Checa y los de nuevos países miembreos, aunque siendo más pequeños y modestos tenían tarifas hasta un 50% más baratas y estaban más que asentados. Es decir, su viabilidad era muy dudosa y, por tanto, el dinero concedido por la Comunidad Valenciana no podía considerarse una simple inversión. Era, a todos los efectos, una ayuda pública para la cual el estudio no cumplía los requisitos necesarios: Era mucho mayor el gasto que suponía frente a los beneficios que generaba en la Comunidad, que para colmo, estaba alejada de los núcleos cinematográficos del país, Madrid y Barcelona, que sí hubiesen justificado de algún modo la construcción de un complejo similar, potenciando una industria preexistente y pudiendo dotar fácilmente de profesionales y medios adicionales al complejo.

El estudio, concluía el informe, había generado unos gastos de 274 millones de euros desde su construcción, y a penas había ingresado 2,9 millones en publicidad y 13 en subvenciones para atraer rodajes. Un contraste brutal frente a las estimaciones del plan de negocio, que tal y como recogen en Alicantinos del Audiovisual Indignados, preveían que el estudio alojase una media de 15 películas al año (han sido 36 en 7 años) y que empezase a dar beneficios a partir de 2014, año para el cual creían que se habrían ingresado cerca de 341 millones de euros. Obviamente alguien se estaba columpiando hinchando una burbuja difícil de disimular y en la que se inflaba hasta el valor del terreno, de 9 millones cuando la sociedad Proyectos Temáticos, empresa pública de la comunidad, cedió sus acciones a la Sociedad Ciudad de la Luz, frente al millón de euros según la valoración inicial en los apuntes de contabilidad del los estudios.

Así que el informe supuso la estocada definitiva a la Ciudad de la Luz, que desde el mes de Agosto ha ido agonizando tratando de vender el complejo a la vez que abría sus puertas a rodajes de aficionados por 20 euros al día, hasta que el lunes pasado, 1 de Octubre, el director de la Ciudad de la Luz envió una carta a la empresa que gestionaba el complejo, Aguamarga S.L., en la que decía, según transcriben en La Razón, que los fondos públicos concedidos a la Ciudad de la Luz  ”con la finalidad de intervenir en la ejecución y ulterior desarrollo del complejo cinematográfico constituyen una ayuda de Estado (…), contraria a las normas de la libre competencia del mercado común. Esta decisión implica, de conformidad (…), que toda la ayuda pública concedida por la administración deberá reintegrarse por su beneficiario, en este caso, CIUDAD DE LA LUZ, S.A.U.” y que por ello “nos vemos obligados a adoptar y ejecutar las medidas oportunas tendentes reintegrar la mayor parte posible de las cantidades percibidas” así “les conminamos para que, en el plazo improrrogable de tres días naturales, nos comuniquen la aceptación de la resolución del contrato y procedan a desalojar las instalaciones en el plazo de quince días”.

De momento Aguamarga sigue en sus trece sin querer abandonar el complejo, volviendo a hacer referencia al contrato vigente y a que, habiendo pendiente de resolución un recursos de la Comunidad Valenciana con respecto a la devolución de esos 265 millones de euros, no se puede dar la razón a la Comisión Europea por ahora.

En cualquier caso son los últimos coletazos de una muerte anunciada. Así decimos adiós a un lugar que pese a sus excepcionales prestaciones casi no atraía rodajes, un problema que llevó en la mayoría de los casos a incluso “regalar” el coste del rodaje en las instalaciones a películas de alto presupuesto como Astérix y Obélix en los Juegos Olímpicos, el primer gran rodaje acogido por los estudios. Allí se han rodado un total de 36 películas nacionales e internacionales en 7 años, una cantidad ridícula teniendo en cuenta que sólo la producción de películas españolas en 2011 ascendió a 105 títulos según datos del Ministerio de Cultura. En la calle quedarán los 21 empleados directos del estudio, que tenían sueldos que sumaban 1 millón de euros, y queda la duda de qué sucederá con la escuela de cine asociada a los estudios cinematográficos, de la cual se despidieron a 6 profesores y 3 administrativos el pasado 5 de Septiembre, a menos de dos semanas del comienzo de un curso que podría estar ahora en el limbo.

The Counselor, de Ridley Scott, ha sido la última película en rodarse con recursos de los estudios alicantinos hace a penas seis días. Un rodaje que, como el tsunami de Lo Imposible (el último gran rodaje en aprovechar el potencial del plató acuático y que se estrena el próximo jueves) y al igual que el sueño de Berlanga y los delirios de grandeza de Camps y compañía, acabo aguado bajo las fuertes lluvias.


Escrita por: Javier Ruiz de Arcaute -  lashorasperdidas.com - 7 octubre

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