martes, 28 de junio de 2011

Franklyn: suicidio, imaginación, paranoia

Franklyn es un drama extraño y misterioso que mezcla dos realidades para desarrollar una trama, que si bien al principio no parece posible de encajar, al final se entremezcla de forma irremediable.

Por un lado, está un Londres bastante oscuro y deprimente, en el que habitan una perdida Eva Green, el melodramático San Riley y el padre incansable, Bernard Hill. En el otro está Meanwhile City, una extraña realidad en la que un enmascarado Ryan Phillippe intenta vengar la muerte de una niña a manos de El Individuo.

Desde luego, este centinela de "Ciudad Intermedia" es el personaje más interesante, Jonathan Preest, más conocido como Franklyn. En su realidad, algo parecido a un Londres gótico y nauseabundo dominado por el oscurantismo religioso, cohabitan todos los misticismos que os podáis imaginar, y él, un extraño individuo enmascarado y heroico, es el único ateo de la ciudad, lo que supone una amenaza para el sistema político. Para colmo, está muy cabreado porque ha sido encerrado durante años y busca vengarse de “El Individuo”, un líder sectario que ha asesinado a una niña que él debería haber protegido. Con unas recreaciones muy interesantes, vestuario favorecedor para una época más antigua y entremezclada, las secuencias en esta realidad son interesantes y profundamente detalladas.

Entre los personajes del Londres presente, el más interesante y mejor retratado e interpretado es el de Eva Green, Emilia en el film, una joven estudiante universitaria de arte tan marcada por la desaparición de su padre -se dejan entrever extraños tratos y un drama sin desarrollar completamente-, que vive desarrollando su obra siempre al límite de la muerte, entremezclando dibujos al carboncillo, vigilancias a desconocidos y fotos robadas, con un intento de suicidio al mes.

Merece la pena destacar una escena de Emilia intentando suicidarse mientras lo rueda y planifica, y con la precisión de un artista monta una escena para que su cámara de video grabe al detalle el acontecimiento. El grandilocuente vestido, las manos pintadas de rojo, el pelo enmarañado… una estética muy seductora que parece acercarla a Meanwhile City.

Con respecto al guión, que juega con la fusión de las dos realidades y nos lanza pistas, no está demasiado bien desarrollado, contiene muchas lagunas y está poco explotado, solo destaca su originalidad, aunque el tema principal no deje de ser el desequilibrio mental, que en diferentes estadios afecta a todos los personajes protagonistas de la cinta. Porque, al fin y al cabo, cada uno de ellos se deja arrastrar por su mente afligida hacia algún extraño punto, y utiliza una distinta vía de escape para expiar su pecado: suicidio, imaginación, paranoia.

Por supuesto el largometraje, que llega a nuestras carteleras con dos años de retraso, debe entenderse desde su originalidad y fantasía. No es un drama al uso, tampoco una cinta de ciencia ficción. Es una historia sobre la locura, sus grados y deformidades, contada de forma original, rodada con detalle y delicadeza, con interpretaciones loables, pero donde algo falla. La historia se vuelve lenta, después de una presentación espectacular, no se profundiza en los personajes, y el director pierde la oportunidad de brindarnos un Meanwhile City verdaderamente memorable. En fin, lo mejor que puedes hacer es no levantarte a por más palomitas, porque lo más fácil es que naufragues y acabes totalmente despistado entre sus realidades. Esto no es cine comercial. Queda dicho.


FRANKLYN
Dirección: Gerald McMorrow
Intérpretes: Ryan Phillippe, Eva Green, Sam Riley, Bernard Hill, Susannah York
DRAMA FANTÁSTICO


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