No es Sarah Palin... es Julianne Moore
La actriz se atreve a caracterizar a la ... política republicana
¿Alguien recuerda aquello de "puedo ver Rusia desde mi casa"? Sarah Palin de Alaska sigue viva, aunque haya hecho mutis por el foro de la política estadounidense, y se haya refugiado en su nueva mansión de Arizona. Pero ahora en temporada electoral, cuando en Estados Unidos vuelven a aflorar las pancartas y las chapas partidistas, y cuando regresa la primavera de primarias, cáucuses y convenciones, la exgobernadora de Alaska vuelve a escena. No exactamente ella. Más bien se trata de la interpretación que de ella hace Julianne Moore.
En el nuevo largometraje Game Change, de la cadena de televisión HBO, Moore se une a la tradición de actores que encarnan a políticos, en la que impera Meryl Streep con su rendición de Margaret Thatcher. A decir verdad, Moore tenía un buen material del que partir. Palin es una política menos sofisticada, más campechana y fácil de imitar que Thatcher. Desde el tono de voz al deje puramente americano, Palin es carne de club de la comedia, como demostró con notable éxito la humorista Tina Fey en diversos episodios de Saturday Night Live.
La película de HBO, dirigida por Jay Roach, se inspira en un libro del mismo título escrito por dos periodistas políticos, John Heilemann y Mark Halperin, que relata cómo la elección de Palin como candidata a la vicepresidencia en 2008 cambió el juego político y arruinó la campaña del senador John McCain (esa es la tesis de los autores, otros dirían que McCain perdió por sus propios medios). Todo se resume en una frase, atribuida al estratega jefe de McCain, Steve Schmidt (Woody Harrelson):"Dios mío, ¿qué hemos hecho?".
En el telefilm, Moore retrata a una Palin al borde del ataque de nervios, superada por las circunstancias, que tras los focos se hunde. "¡No fue mi culpa! No se me preparó lo suficiente", dice Moore en una ocasión. "Me dicen lo que decir, lo que llevar, cómo hablar... ¡Yo no soy vuestra marioneta!". Su parecido físico con la exgobernadora es extraordinario, logrado sobre todo por la marca registrada de Palin: su moño y sus gafas. El vestuario es también de una fidelidad naturalista al original, desde las chaquetas de traje rojas al chándal que se pone para correr.
En la piel de McCain, el actor Ed Harris es menos convincente. El veterano senador tiene un porte tan particular -no puede levantar los brazos, por las torturas sufridas en Vietnam- que es realmente complicado interpretarle. Otros actores se han atrevido con mayor o menor éxito a encarnar a políticos de EE UU. Josh Brolin lo hizo con George W. Bush en W y Dennis Quaid con Bill Clinton en "A special_relationship". Tal vez uno de los más recordados, por su maestría, fue Anthony Hopkins en Nixon.
DAVID ALANDETE - EL PAÍS.com - 02/02/2012
La actriz se atreve a caracterizar a la ... política republicana
¿Alguien recuerda aquello de "puedo ver Rusia desde mi casa"? Sarah Palin de Alaska sigue viva, aunque haya hecho mutis por el foro de la política estadounidense, y se haya refugiado en su nueva mansión de Arizona. Pero ahora en temporada electoral, cuando en Estados Unidos vuelven a aflorar las pancartas y las chapas partidistas, y cuando regresa la primavera de primarias, cáucuses y convenciones, la exgobernadora de Alaska vuelve a escena. No exactamente ella. Más bien se trata de la interpretación que de ella hace Julianne Moore.
En el nuevo largometraje Game Change, de la cadena de televisión HBO, Moore se une a la tradición de actores que encarnan a políticos, en la que impera Meryl Streep con su rendición de Margaret Thatcher. A decir verdad, Moore tenía un buen material del que partir. Palin es una política menos sofisticada, más campechana y fácil de imitar que Thatcher. Desde el tono de voz al deje puramente americano, Palin es carne de club de la comedia, como demostró con notable éxito la humorista Tina Fey en diversos episodios de Saturday Night Live.
La película de HBO, dirigida por Jay Roach, se inspira en un libro del mismo título escrito por dos periodistas políticos, John Heilemann y Mark Halperin, que relata cómo la elección de Palin como candidata a la vicepresidencia en 2008 cambió el juego político y arruinó la campaña del senador John McCain (esa es la tesis de los autores, otros dirían que McCain perdió por sus propios medios). Todo se resume en una frase, atribuida al estratega jefe de McCain, Steve Schmidt (Woody Harrelson):"Dios mío, ¿qué hemos hecho?".
En el telefilm, Moore retrata a una Palin al borde del ataque de nervios, superada por las circunstancias, que tras los focos se hunde. "¡No fue mi culpa! No se me preparó lo suficiente", dice Moore en una ocasión. "Me dicen lo que decir, lo que llevar, cómo hablar... ¡Yo no soy vuestra marioneta!". Su parecido físico con la exgobernadora es extraordinario, logrado sobre todo por la marca registrada de Palin: su moño y sus gafas. El vestuario es también de una fidelidad naturalista al original, desde las chaquetas de traje rojas al chándal que se pone para correr.
En la piel de McCain, el actor Ed Harris es menos convincente. El veterano senador tiene un porte tan particular -no puede levantar los brazos, por las torturas sufridas en Vietnam- que es realmente complicado interpretarle. Otros actores se han atrevido con mayor o menor éxito a encarnar a políticos de EE UU. Josh Brolin lo hizo con George W. Bush en W y Dennis Quaid con Bill Clinton en "A special_relationship". Tal vez uno de los más recordados, por su maestría, fue Anthony Hopkins en Nixon.
DAVID ALANDETE - EL PAÍS.com - 02/02/2012
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