REPORTAJE: ANONYMOUS
Somos Anonymous
Una legión de ciberactivistas se moviliza en la Red. Se hacen llamar Anonymous y dicen luchar por la transparencia, la libertad de expresión y los derechos humanos. No muestran la cara ni tienen líderes. La semana pasada tumbaron las webs oficiales de Túnez, tras la autoinmolación de un joven. Hace un mes, atacaron a las empresas que cortaron el grifo a Wikileaks. Son un movimiento germinal, fuertemente libertario y de contornos confusos. Este es su retrato
Este es su lema: "Somos una legión, no perdonamos, no olvidamos, espéranos. Anonymous". Así es como cierra sus anuncios y comunicados este movimiento sin líderes y sin portavoces, con voz, pero sin cara. O más bien con máscara: la máscara del anarquista revolucionario de V de Vendetta, la novela gráfica de Alan Moore, la que inspiró la película protagonizada por Natalie Portman y Hugo Weaving en 2006. La máscara se ha convertido en símbolo de un movimiento ciberactivista que no se anda con chiquitas. La semana pasada colapsaron las webs oficiales de Túnez , tras la inmolación de un joven de 26 años. El lunes pasado la tomaron con la web del partido irlandés Fine Gael. Atacaron a la SGAE y a los partidos políticos españoles al hilo de la ley antidescargas. Y hace un mes le metieron mano a Visa, Mastercard, PayPal y Amazon, las empresas que dieron la espalda a Wikileaks.
Anonymous está en su momento. Su gente está motivada. La persecución a Wikileaks era el acicate que necesitaban. No van a parar.
Woolwich, a 45 minutos del centro de Londres, exteriores de la Real Corte de Justicia. Acaba de comparecer Julian Assange, fundador de Wikileaks; es martes 11 de enero y una treintena de activistas se manifiestan en apoyo de su gran inspirador, de su nuevo héroe. Entre ellos, Magnonymous, joven de 22 años que oculta su cara tras la máscara de V de Vendetta. "Nos opondremos a cualquier violación de derechos humanos. Nos opondremos a cualquier ataque del Gobierno. Si esto sigue así, la revolución será la única opción".
Magnonymous es uno más, no es portavoz de nadie, y menos de un movimiento que no quiere portavoces, como se apresuran a decir todos los miembros de Anonymous apenas empiezan a hablar con un periodista. Le pidió el día libre a su jefe para venir a manifestarse a este lejano juzgado, la corte a la que traen casos en que es preciso mantener a la prensa y al público a raya, el lugar donde fueron juzgados los terroristas de los atentados de Londres de 2005. "No somos miembros de ningún grupo político, no somos políticos, somos activistas. Me ofendería si me adscribieran a cualquier corriente política".
Entender el universo Anonymous no es cosa fácil, el fenómeno es el perfecto reflejo del nuevo mundo en el que vivimos, de la nueva sociedad que está naciendo a raíz de la revolución digital. Todo apunta a que sus miembros consideran más que superada la vieja dialéctica izquierda-derecha. Total, qué más da que gobiernen el centro-izquierda o el centro-derecha, todos van a hacer lo mismo, todos están al servicio de los grandes bancos y las grandes empresas, todos van a seguir intentando controlar el chiringuito.
Pues bien, aquí hay una legión de jóvenes que no quieren que se oculte que las cañerías del chiringuito no desaguan bien; no quieren que se oculte que hay varios en el chiringuito que meten la mano en la caja; no quieren que se oculte que a un disidente de la gestión del chiringuito le quisieron tapar la boca. No quieren que se oculte nada. La nueva dialéctica: estar a favor del ocultamiento o de la transparencia. Una de dos.
Este movimiento global, transnacional, transversal, también es difícil de entender porque se gestó en la Red, con las inercias propias de Internet. Es producto del momento, de la interacción, de la necesidad de movilizarse en un mundo cínico, corrupto e injusto. Se ha tejido de forma orgánica, conversación sobre conversación, idea sobre idea, propuesta sobre propuesta. Cualquiera puede formar parte de Anonymous, cualquiera puede entrar cuando quiera y sumarse a la conversación en webs como whyweprotest.net. Entrará en un mundo en el que la gente se va poniendo progresivamente de acuerdo sobre una idea hasta que una suerte de consenso espontáneo indica cuál es el siguiente objetivo, contra quién hay que lanzar el próximo ataque. Algún diario, como The Guardian, ha sostenido que están más coordinados de lo que ellos mismo creen.
No todos los miembros de Anonymous son hackers, no. Los hackers son una gran minoría del colectivo. La mayoría son ciberactivistas que participan en la conversación online y, ocasionalmente, en la protesta en la calle. En torno a unos 1.000 integrantes, según la experta Gabriella Coleman, son los que ponen sus ordenadores al servicio de los ataques contra webs, los que se descargan el dispositivo que permite que su ordenador, cautivo, pueda ser parte de los llamados DDoS, ataques distribuidos de denegación de servicio.
Los DDoS son el arma que los ciberactivistas tienen más a mano. Permiten realizar operaciones que consiguen un considerable eco mediático y que afectan a la imagen de la marca contra la que se dirigen. Consisten en mandar simultáneamente, orquestadamente, miles de peticiones a un servidor para que se colapse. Así ocurrió el pasado 8 de diciembre.
Mastercard decidió cortar en esa fecha el grifo a Wikileaks. Cualquiera que quisiera hacer una donación a la plataforma de Assange no podría hacerlo a través de una tarjeta de esta compañía. La decisión desencadenó el ataque. "Registramos lo que llamamos un super heavy traffic ", declara en conversación telefónica Cristina Feliú, portavoz de Mastercard para España y Portugal. "Eso significa que quien entró en nuestra página notó que funcionaba con mayor lentitud". Pero no se produjo, según dice, ningún problema en las operaciones de sus clientes con tarjetas, ni ningún tipo de fraude. "Al día siguiente ya habíamos recuperado el ritmo". Desde Visa declinan hacer comentario alguno y se remiten a los comunicados que afirmaban que los ataques no afectaron a sus operaciones.
Evidentemente, en ese gran colectivo cuya cifra de miembros y simpatizantes es difícil de estimar (los miembros consultados hablan de decenas de miles) hay hackers. Y, de hecho, el FBI está tras sus pasos. Un joven holandés de 16 años fue arrestado poco después de los ataques en su casa, en La Haya. Admitió que había participado en ellos y fue puesto a disposición judicial. "Admitir que participaste no es muy inteligente", explica Philter, estudiante de 19 años y miembro de Anonymous. "El chico tenía 16 años y se asustó, era bastante inexperto, no tomó las suficientes precauciones".
Integrantes de Anonymous acuden en autobús a una manifestación contra la iglesia de la Cienciología en abril de 2008
Hablar con la gente de Anonymous no es fácil. Desconfían de los periodistas, de que sus comunicaciones estén intervenidas. No ven con muy buenos ojos a los medios de comunicación tradicionales: desde su punto de vista, ayudan a que se mantenga el statu quo. El hecho de que un diario como EL PAÍS o The Guardian hayan participado en la difusión de los cables de Wikileaks ha supuesto, explica Hamster, informático londinense de 26 años, un plus de credibilidad para medios hasta ahora poco apreciados.
La semana pasada nos pusimos en contacto con miembros de Anonymous en España. Aclarando, como siempre, que no respondían en calidad de portavoces de nadie, ya que el movimiento no tiene portavoces, declinaron realizar una entrevista telefónica o en persona. Cualquiera que intente destacar un poco entre los anonymous es automáticamente rechazado por el resto de la comunidad. Así ocurrió en Londres en diciembre con Coldblood, un anonymous que dio la cara ante los medios en los días del proceso a Assange. "Coldblood ha sido condenado al ostracismo", confirma Hamster, miembro de Anonymous desde 2008.
No obstante, los miembros de Anonymous Spain, que desde hace varias semanas envían comunicados a ciertos medios de comunicación actualizando la información en torno a las distintas operaciones de ataque, ofrecieron la posibilidad de que les enviáramos un cuestionario, al que responderían de modo consensuado.
Respondieron tres administradores del canal #hispano, encuadrados en edades entre los 17 y 32 años, según dijeron. Sus respuestas, desde luego, encajan perfectamente con el discurso que mantienen los miembros de este movimiento de conciencia online consultados hasta la fecha y con el tono de las webs en que participan. Resulta interesante reproducir aquí las respuestas de esta célula de Anonymous a las preguntas que les enviamos para aclarar ciertas dudas. No son portavoces de nada. Pero sus palabras sirven para reflejar el sentir de esa comunidad.
Pregunta. ¿Se puede dar alguna cifra de cuánta gente en España pertenece a Anonymous? ¿Y cuánta a nivel internacional?
Respuesta. Sería imposible dar cifras, y esa es la gracia de Anonymous. Para empezar, hay que recordar que es una organización que no existe y que por definición es una (des)organización. Anonymous no es nadie y puede ser cualquiera. Salvando las distancias, es como una organización insurgente basada en células, compartimos una marca, Anonymous, pero somos gente independiente, que responde a una ideología común y que participa de cada acción particular de acuerdo con si coincide o no con sus convicciones.
Teniendo lo anterior en cuenta, y específicamente en España, si tuviera que dar una cifra, creo que estaríamos hablando de entre 1.000 y 2.000 personas, que van en diversos niveles de compromiso, desde una mayoría que serían los que apoyan nuestras iniciativas en Twitter, Facebook, etcétera, hasta los más comprometidos, que serían algo más de un centenar, los que participan saliendo a la calle con acciones reales como, por ejemplo, la Operación Paperstorm
[distribución de folletos, flyers, pintadas] o las concentraciones de la Operación Demostración [concentraciones en España a favor de Wikileaks y contra la ley Sinde]
. A nivel internacional, extrapolando, hablaríamos posiblemente de decenas de miles.
P. De ellos, ¿cuántos participan en los ataques DDoS?
R. Aquí sí podemos dar cifras más exactas. En los ataques del 20 de diciembre contra la ley Sinde contábamos con casi 500 usuarios conectados en la Colmena, que es el sistema de comando y control de la herramienta de DDoS LOIC que permite que todos los anonymous ataquen a un mismo tiempo a un mismo objetivo. Este número, no obstante, podría ser más alto, pues habría que añadir la gente que atacaba manualmente o desde Linux.
P. ¿Alguna iniciativa en las acciones de Anonymous tuvo su origen en conversaciones de Anonymous España?
R. Realmente no se puede diferenciar entre Anonymous de tal o cual país. Cuando se plantea una operación, si esta es secundada, recibe apoyos de todo el planeta; hubo apoyos a nuestra lucha contra la ley Sinde en diciembre y aún esperamos más en el futuro. Prueba de ello es esta convocatoria redactada en más de 15 idiomas, en la que han participado anonymous de todo el mundo, en la que se hace un llamamiento a todos los anonymous a apoyar las protestas virtuales contra la ley Sinde.
P. ¿En qué foros o webs os movéis?
R. Nuestro principal punto de unión no es una web o un foro, sino una red de chat conocida como IRC, nosotros lo llamamos el IRC Anonops. Aquí nos reunimos en diversos canales de discusión como #operationpayback o #hispano, este último, el que aglutina a los anonymous españoles; desde ahí se pone en común y se plantean estrategias. Las que son secundadas luego se van distribuyendo a la red por blogs y webs anonymous, hasta llegar a los Twitter y Facebook de anonymous individuales. Es una estructura perfectamente organizada en la que, sin embargo, no existen líderes ni ninguna fuente inicial.
P. ¿Qué diríais a la gente que dice que sois hackers?
R. La mayor parte de los anonymous no son hackers en el sentido clásico de la palabra, son usuarios de Internet como cualquiera, solo que con una motivación para el activismo digital. Lo que sí es cierto es que contamos con hackers entre nuestras filas, por ejemplo, la gente que administra los servidores de IRC y el resto de las redes de comunicaciones encriptadas, o los que programan LOIC [Low Orbit Ion Cannon, aplicación para realizar pruebas de resistencia a una red informática] y las herramientas de ataques. He aquí la grandeza de Anonymous, solo hace falta un genio informático para programar la herramienta, y cuando esta herramienta pasa a ser usada por miles de personas anónimas, aunque no sean expertos a efectos prácticos, es como contar con un ciberejército de miles de hackers que pueden inutilizar cualquier red o sistema informático si se lo proponen.
P. ¿Cuáles son los principios básicos de vuestro ideario?
R. Son pocos y terriblemente simples, lo que permite unificar a la mayor cantidad de gente posible. Anonimato absoluto, que supone, entre otras cosas, la ausencia total de líderes y cabezas visibles en nuestro movimiento; la lucha contra la corrupción en los Gobiernos o en cualquier estructura de poder. La defensa incondicional de la libertad en Internet.
P. ¿Existe peligro de que alguien intente manipular vuestras operaciones desde dentro?
R. Sería imposible, cada anonymous actúa de forma individual, él mismo decide si forma o no parte de una operación de forma totalmente independiente del resto. Si piensas en organizaciones reivindicativas del siglo XX, siempre han corrido el riesgo de que un topo se infiltrara y con el tiempo llegara a formar parte de la cúpula para desbaratar la organización desde dentro; eso sería imposible con anonymous, pues no existen líderes, ni se sigue una jerarquía formal. No obstante, sí sabemos que existen agresiones externas contra Anonymous, como la investigación del FBI abierta a raíz de los ataques DDoS a Mastercard y PayPal, o sofisticados ataques informáticos que hemos sufrido y sospechamos provienen de servicios de inteligencia occidentales; afortunadamente, en estos casos la naturaleza descentralizada de Anonymous también hace imposible cualquier injerencia externa.
P. ¿Cuáles son las preocupaciones actuales de Anonymous?
R. Lo importante, la verdadera preocupación, es seguir luchando por los principios de nuestro ideario, y en función de eso estamos trabajando en varias operaciones. Está en marcha la publicidad de fase 2 de la Operación Sinde, que consistirá en diversas acciones de protesta en torno al día 18 de enero, en que termina el plazo de presentación de enmiendas a dicha ley. A nivel mundial está en marcha la Operación Tunisia, en apoyo a los manifestantes en contra del régimen tunecino: se han realizado ataques DDoS contra diversos sitios oficiales y también se ha elaborado un kit de ayuda informático con programas de cifrado y comunicaciones para los disidentes tunecinos. En relación con el futuro estamos preparando la Operación Quicksilver, que, si tiene éxito, va a conmover Internet, pero los detalles, por su propia naturaleza, son secretos por el momento.
El movimiento Anonymous va camino de trascender el caso Assange y el episodio Wikileaks. La persecución del fundador de la web de las filtraciones, que recientemente puso al desnudo a la diplomacia norteamericana y destapó maniobras, tejemanejes y corrupción en las cuatro esquinas del planeta, ha sido un detonante. Wikileaks representa como pocas organizaciones los valores en los que creen los anonymous: transparencia, derechos humanos, libertad de expresión. La web destapa secretos: si algo le pone a un anonymous es destapar secretos de organizaciones poderosas y ponerlos a disposición de público. Así, Assange se ha convertido en todo un símbolo para los integrantes de esta comunidad.
Wikileaks ha negado en todo momento estar detrás de las operaciones de Anonymous. Su número dos, Kristinn Hranfsson, lo contaba hace un mes en el centro de la organización en Londres. "Ni hemos animado a que se haga, ni tenemos contacto con la gente que lo está haciendo, pero tampoco lo condenamos", contaba, cigarrillo en boca, este periodista de investigación islandés enrolado en las filas de Assange.
Una buena parte de los anonymous se aglutina en torno a la web whyweprotest.net. Hamster se conecta con su iPad a este espacio en que los miembros de la comunidad intercambian ideas e iniciativas. Este joven informático cuenta que el canal 4chan estuvo en el origen del movimiento, pero que la acción se sitúa ahora en whyweprotest. "Cualquiera puede entrar y preservar su anonimato. Eso es lo bueno. La gente se centra en lo que dicen los demás, y no en quién lo dice".
Hamster sorbe su café con caramelo en un céntrico café de Oxford Street. Su iPad está desplegado en la mesa, está continuamente chequeándolo, responde a las preguntas, pero su mirada se va constantemente hacia la pantalla. Muestra una foto de la habitación de su casa: un ordenador, cuatro pantallas. "Así puedes estar atento a varias cosas a la vez", dice, y suelta una entrecortada sonrisa.
Cuenta que hay cerca de 33.000 personas registradas en whyweprotest. La gran mayoría, miembros de Anonymous o simpatizantes de la causa. "Los más agresivos son la gente de Anonops, yo soy menos agresivo". Dentro de Anonymous hay detractores de los ataques DDoS. "Creo que esos ataques nos desacreditan", afirma Magnonymous. "Van a utilizarlos para criminalizarnos y para generar propaganda negativa sobre nosotros". Magnonymous lo tiene claro: "No debemos utilizar la violencia en ningún caso. Cualquier miembro que propusiera utilizar la violencia sería rechazado por el grupo". Hay otro espacio en el que también se mueven los miembros del colectivo: whywefight.net, el blog informativo de los "soldados de la ciberguerra".
Hamster se unió a Anonymous a principios de 2008. Cuenta que lo hizo al poco de abandonar la Iglesia de la Cienciología. "Me di cuenta de que no me ayudaban para nada. Lo único que hacen es convertirte en un idiota y manipularte". Afirma que abandonó la cienciología internamente, pero no de hecho: cuenta que sigue yendo dos veces por semana y que intenta sacar documentación para ponerla a disposición de Anonymous. "Honestamente, a veces me da un miedo horrible. Si me descubrieran, convertirían mi vida en un infierno".
La Iglesia de la Cienciología es uno de los grandes enemigos de Anonymous. La lucha contra esta secta fue lo primero que unió a todos estos ciberactivistas en 2008, y siguen en las mismas. Una lucha que en realidad arrancó a mediados de los noventa, pero que tomó cuerpo en 2008. A los anonymous no les gusta la seudociencia, ni, por lo general, las religiones. Sostienen que la tecnología debe servir para expandir el conocimiento, no para controlar las mentes. Como explica la profesora Gabriella Coleman, antropóloga de la Universidad de Nueva York especializada en el mundo hacker y estudiosa del fenómeno Anonymous, la Iglesia de la Cienciología es la perfecta antítesis de Anonymous, el fenómeno inverso: oscurantismo, ocultamiento, censura. Destapar los secretos de una organización secretista, de una organización religiosa con marca registrada, sostiene, se convirtió en el primer gran desafío de Anonymous. En febrero de 2008, los miembros que se reunían en la Red desde sus casas trasladaron sus protestas a la calle, a la "vida real". Hubo manifestaciones en Londres, Ámsterdam, Berlín, Sidney. "Fue cuando más gente de Anonymous he visto en la calle", reconoce Hamster.
PayPal. Visa. Mastercad. Amazon. PostFinance. La web de la fiscalía sueca, la del partido irlandés Fine Gael, las del régimen tunecino. No hay fronteras para Anonymous. La lucha contra la cienciología les unió. La lucha pro Wikileaks les ha reunido de nuevo. Cualquier ataque a los derechos humanos, cualquier intento de censurar, se produzca donde se produzca, será castigado por ellos con las armas que tienen a su alcance. "Si hubiera una revolución", dice Hamster, "Internet nos proporcionaría la tecnología".
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JOSEBA ELOLA . EL PAÍS.com 16/01/2011
Somos Anonymous
Una legión de ciberactivistas se moviliza en la Red. Se hacen llamar Anonymous y dicen luchar por la transparencia, la libertad de expresión y los derechos humanos. No muestran la cara ni tienen líderes. La semana pasada tumbaron las webs oficiales de Túnez, tras la autoinmolación de un joven. Hace un mes, atacaron a las empresas que cortaron el grifo a Wikileaks. Son un movimiento germinal, fuertemente libertario y de contornos confusos. Este es su retrato
Este es su lema: "Somos una legión, no perdonamos, no olvidamos, espéranos. Anonymous". Así es como cierra sus anuncios y comunicados este movimiento sin líderes y sin portavoces, con voz, pero sin cara. O más bien con máscara: la máscara del anarquista revolucionario de V de Vendetta, la novela gráfica de Alan Moore, la que inspiró la película protagonizada por Natalie Portman y Hugo Weaving en 2006. La máscara se ha convertido en símbolo de un movimiento ciberactivista que no se anda con chiquitas. La semana pasada colapsaron las webs oficiales de Túnez , tras la inmolación de un joven de 26 años. El lunes pasado la tomaron con la web del partido irlandés Fine Gael. Atacaron a la SGAE y a los partidos políticos españoles al hilo de la ley antidescargas. Y hace un mes le metieron mano a Visa, Mastercard, PayPal y Amazon, las empresas que dieron la espalda a Wikileaks.
Anonymous está en su momento. Su gente está motivada. La persecución a Wikileaks era el acicate que necesitaban. No van a parar.
Woolwich, a 45 minutos del centro de Londres, exteriores de la Real Corte de Justicia. Acaba de comparecer Julian Assange, fundador de Wikileaks; es martes 11 de enero y una treintena de activistas se manifiestan en apoyo de su gran inspirador, de su nuevo héroe. Entre ellos, Magnonymous, joven de 22 años que oculta su cara tras la máscara de V de Vendetta. "Nos opondremos a cualquier violación de derechos humanos. Nos opondremos a cualquier ataque del Gobierno. Si esto sigue así, la revolución será la única opción".
Magnonymous es uno más, no es portavoz de nadie, y menos de un movimiento que no quiere portavoces, como se apresuran a decir todos los miembros de Anonymous apenas empiezan a hablar con un periodista. Le pidió el día libre a su jefe para venir a manifestarse a este lejano juzgado, la corte a la que traen casos en que es preciso mantener a la prensa y al público a raya, el lugar donde fueron juzgados los terroristas de los atentados de Londres de 2005. "No somos miembros de ningún grupo político, no somos políticos, somos activistas. Me ofendería si me adscribieran a cualquier corriente política".
Entender el universo Anonymous no es cosa fácil, el fenómeno es el perfecto reflejo del nuevo mundo en el que vivimos, de la nueva sociedad que está naciendo a raíz de la revolución digital. Todo apunta a que sus miembros consideran más que superada la vieja dialéctica izquierda-derecha. Total, qué más da que gobiernen el centro-izquierda o el centro-derecha, todos van a hacer lo mismo, todos están al servicio de los grandes bancos y las grandes empresas, todos van a seguir intentando controlar el chiringuito.
Pues bien, aquí hay una legión de jóvenes que no quieren que se oculte que las cañerías del chiringuito no desaguan bien; no quieren que se oculte que hay varios en el chiringuito que meten la mano en la caja; no quieren que se oculte que a un disidente de la gestión del chiringuito le quisieron tapar la boca. No quieren que se oculte nada. La nueva dialéctica: estar a favor del ocultamiento o de la transparencia. Una de dos.
Este movimiento global, transnacional, transversal, también es difícil de entender porque se gestó en la Red, con las inercias propias de Internet. Es producto del momento, de la interacción, de la necesidad de movilizarse en un mundo cínico, corrupto e injusto. Se ha tejido de forma orgánica, conversación sobre conversación, idea sobre idea, propuesta sobre propuesta. Cualquiera puede formar parte de Anonymous, cualquiera puede entrar cuando quiera y sumarse a la conversación en webs como whyweprotest.net. Entrará en un mundo en el que la gente se va poniendo progresivamente de acuerdo sobre una idea hasta que una suerte de consenso espontáneo indica cuál es el siguiente objetivo, contra quién hay que lanzar el próximo ataque. Algún diario, como The Guardian, ha sostenido que están más coordinados de lo que ellos mismo creen.
No todos los miembros de Anonymous son hackers, no. Los hackers son una gran minoría del colectivo. La mayoría son ciberactivistas que participan en la conversación online y, ocasionalmente, en la protesta en la calle. En torno a unos 1.000 integrantes, según la experta Gabriella Coleman, son los que ponen sus ordenadores al servicio de los ataques contra webs, los que se descargan el dispositivo que permite que su ordenador, cautivo, pueda ser parte de los llamados DDoS, ataques distribuidos de denegación de servicio.
Los DDoS son el arma que los ciberactivistas tienen más a mano. Permiten realizar operaciones que consiguen un considerable eco mediático y que afectan a la imagen de la marca contra la que se dirigen. Consisten en mandar simultáneamente, orquestadamente, miles de peticiones a un servidor para que se colapse. Así ocurrió el pasado 8 de diciembre.
Mastercard decidió cortar en esa fecha el grifo a Wikileaks. Cualquiera que quisiera hacer una donación a la plataforma de Assange no podría hacerlo a través de una tarjeta de esta compañía. La decisión desencadenó el ataque. "Registramos lo que llamamos un super heavy traffic ", declara en conversación telefónica Cristina Feliú, portavoz de Mastercard para España y Portugal. "Eso significa que quien entró en nuestra página notó que funcionaba con mayor lentitud". Pero no se produjo, según dice, ningún problema en las operaciones de sus clientes con tarjetas, ni ningún tipo de fraude. "Al día siguiente ya habíamos recuperado el ritmo". Desde Visa declinan hacer comentario alguno y se remiten a los comunicados que afirmaban que los ataques no afectaron a sus operaciones.
Evidentemente, en ese gran colectivo cuya cifra de miembros y simpatizantes es difícil de estimar (los miembros consultados hablan de decenas de miles) hay hackers. Y, de hecho, el FBI está tras sus pasos. Un joven holandés de 16 años fue arrestado poco después de los ataques en su casa, en La Haya. Admitió que había participado en ellos y fue puesto a disposición judicial. "Admitir que participaste no es muy inteligente", explica Philter, estudiante de 19 años y miembro de Anonymous. "El chico tenía 16 años y se asustó, era bastante inexperto, no tomó las suficientes precauciones".
Integrantes de Anonymous acuden en autobús a una manifestación contra la iglesia de la Cienciología en abril de 2008
Hablar con la gente de Anonymous no es fácil. Desconfían de los periodistas, de que sus comunicaciones estén intervenidas. No ven con muy buenos ojos a los medios de comunicación tradicionales: desde su punto de vista, ayudan a que se mantenga el statu quo. El hecho de que un diario como EL PAÍS o The Guardian hayan participado en la difusión de los cables de Wikileaks ha supuesto, explica Hamster, informático londinense de 26 años, un plus de credibilidad para medios hasta ahora poco apreciados.
La semana pasada nos pusimos en contacto con miembros de Anonymous en España. Aclarando, como siempre, que no respondían en calidad de portavoces de nadie, ya que el movimiento no tiene portavoces, declinaron realizar una entrevista telefónica o en persona. Cualquiera que intente destacar un poco entre los anonymous es automáticamente rechazado por el resto de la comunidad. Así ocurrió en Londres en diciembre con Coldblood, un anonymous que dio la cara ante los medios en los días del proceso a Assange. "Coldblood ha sido condenado al ostracismo", confirma Hamster, miembro de Anonymous desde 2008.
No obstante, los miembros de Anonymous Spain, que desde hace varias semanas envían comunicados a ciertos medios de comunicación actualizando la información en torno a las distintas operaciones de ataque, ofrecieron la posibilidad de que les enviáramos un cuestionario, al que responderían de modo consensuado.
Respondieron tres administradores del canal #hispano, encuadrados en edades entre los 17 y 32 años, según dijeron. Sus respuestas, desde luego, encajan perfectamente con el discurso que mantienen los miembros de este movimiento de conciencia online consultados hasta la fecha y con el tono de las webs en que participan. Resulta interesante reproducir aquí las respuestas de esta célula de Anonymous a las preguntas que les enviamos para aclarar ciertas dudas. No son portavoces de nada. Pero sus palabras sirven para reflejar el sentir de esa comunidad.
Pregunta. ¿Se puede dar alguna cifra de cuánta gente en España pertenece a Anonymous? ¿Y cuánta a nivel internacional?
Respuesta. Sería imposible dar cifras, y esa es la gracia de Anonymous. Para empezar, hay que recordar que es una organización que no existe y que por definición es una (des)organización. Anonymous no es nadie y puede ser cualquiera. Salvando las distancias, es como una organización insurgente basada en células, compartimos una marca, Anonymous, pero somos gente independiente, que responde a una ideología común y que participa de cada acción particular de acuerdo con si coincide o no con sus convicciones.
Teniendo lo anterior en cuenta, y específicamente en España, si tuviera que dar una cifra, creo que estaríamos hablando de entre 1.000 y 2.000 personas, que van en diversos niveles de compromiso, desde una mayoría que serían los que apoyan nuestras iniciativas en Twitter, Facebook, etcétera, hasta los más comprometidos, que serían algo más de un centenar, los que participan saliendo a la calle con acciones reales como, por ejemplo, la Operación Paperstorm
[distribución de folletos, flyers, pintadas] o las concentraciones de la Operación Demostración [concentraciones en España a favor de Wikileaks y contra la ley Sinde]
. A nivel internacional, extrapolando, hablaríamos posiblemente de decenas de miles.
P. De ellos, ¿cuántos participan en los ataques DDoS?
R. Aquí sí podemos dar cifras más exactas. En los ataques del 20 de diciembre contra la ley Sinde contábamos con casi 500 usuarios conectados en la Colmena, que es el sistema de comando y control de la herramienta de DDoS LOIC que permite que todos los anonymous ataquen a un mismo tiempo a un mismo objetivo. Este número, no obstante, podría ser más alto, pues habría que añadir la gente que atacaba manualmente o desde Linux.
P. ¿Alguna iniciativa en las acciones de Anonymous tuvo su origen en conversaciones de Anonymous España?
R. Realmente no se puede diferenciar entre Anonymous de tal o cual país. Cuando se plantea una operación, si esta es secundada, recibe apoyos de todo el planeta; hubo apoyos a nuestra lucha contra la ley Sinde en diciembre y aún esperamos más en el futuro. Prueba de ello es esta convocatoria redactada en más de 15 idiomas, en la que han participado anonymous de todo el mundo, en la que se hace un llamamiento a todos los anonymous a apoyar las protestas virtuales contra la ley Sinde.
P. ¿En qué foros o webs os movéis?
R. Nuestro principal punto de unión no es una web o un foro, sino una red de chat conocida como IRC, nosotros lo llamamos el IRC Anonops. Aquí nos reunimos en diversos canales de discusión como #operationpayback o #hispano, este último, el que aglutina a los anonymous españoles; desde ahí se pone en común y se plantean estrategias. Las que son secundadas luego se van distribuyendo a la red por blogs y webs anonymous, hasta llegar a los Twitter y Facebook de anonymous individuales. Es una estructura perfectamente organizada en la que, sin embargo, no existen líderes ni ninguna fuente inicial.
P. ¿Qué diríais a la gente que dice que sois hackers?
R. La mayor parte de los anonymous no son hackers en el sentido clásico de la palabra, son usuarios de Internet como cualquiera, solo que con una motivación para el activismo digital. Lo que sí es cierto es que contamos con hackers entre nuestras filas, por ejemplo, la gente que administra los servidores de IRC y el resto de las redes de comunicaciones encriptadas, o los que programan LOIC [Low Orbit Ion Cannon, aplicación para realizar pruebas de resistencia a una red informática] y las herramientas de ataques. He aquí la grandeza de Anonymous, solo hace falta un genio informático para programar la herramienta, y cuando esta herramienta pasa a ser usada por miles de personas anónimas, aunque no sean expertos a efectos prácticos, es como contar con un ciberejército de miles de hackers que pueden inutilizar cualquier red o sistema informático si se lo proponen.
P. ¿Cuáles son los principios básicos de vuestro ideario?
R. Son pocos y terriblemente simples, lo que permite unificar a la mayor cantidad de gente posible. Anonimato absoluto, que supone, entre otras cosas, la ausencia total de líderes y cabezas visibles en nuestro movimiento; la lucha contra la corrupción en los Gobiernos o en cualquier estructura de poder. La defensa incondicional de la libertad en Internet.
P. ¿Existe peligro de que alguien intente manipular vuestras operaciones desde dentro?
R. Sería imposible, cada anonymous actúa de forma individual, él mismo decide si forma o no parte de una operación de forma totalmente independiente del resto. Si piensas en organizaciones reivindicativas del siglo XX, siempre han corrido el riesgo de que un topo se infiltrara y con el tiempo llegara a formar parte de la cúpula para desbaratar la organización desde dentro; eso sería imposible con anonymous, pues no existen líderes, ni se sigue una jerarquía formal. No obstante, sí sabemos que existen agresiones externas contra Anonymous, como la investigación del FBI abierta a raíz de los ataques DDoS a Mastercard y PayPal, o sofisticados ataques informáticos que hemos sufrido y sospechamos provienen de servicios de inteligencia occidentales; afortunadamente, en estos casos la naturaleza descentralizada de Anonymous también hace imposible cualquier injerencia externa.
P. ¿Cuáles son las preocupaciones actuales de Anonymous?
R. Lo importante, la verdadera preocupación, es seguir luchando por los principios de nuestro ideario, y en función de eso estamos trabajando en varias operaciones. Está en marcha la publicidad de fase 2 de la Operación Sinde, que consistirá en diversas acciones de protesta en torno al día 18 de enero, en que termina el plazo de presentación de enmiendas a dicha ley. A nivel mundial está en marcha la Operación Tunisia, en apoyo a los manifestantes en contra del régimen tunecino: se han realizado ataques DDoS contra diversos sitios oficiales y también se ha elaborado un kit de ayuda informático con programas de cifrado y comunicaciones para los disidentes tunecinos. En relación con el futuro estamos preparando la Operación Quicksilver, que, si tiene éxito, va a conmover Internet, pero los detalles, por su propia naturaleza, son secretos por el momento.
El movimiento Anonymous va camino de trascender el caso Assange y el episodio Wikileaks. La persecución del fundador de la web de las filtraciones, que recientemente puso al desnudo a la diplomacia norteamericana y destapó maniobras, tejemanejes y corrupción en las cuatro esquinas del planeta, ha sido un detonante. Wikileaks representa como pocas organizaciones los valores en los que creen los anonymous: transparencia, derechos humanos, libertad de expresión. La web destapa secretos: si algo le pone a un anonymous es destapar secretos de organizaciones poderosas y ponerlos a disposición de público. Así, Assange se ha convertido en todo un símbolo para los integrantes de esta comunidad.
Wikileaks ha negado en todo momento estar detrás de las operaciones de Anonymous. Su número dos, Kristinn Hranfsson, lo contaba hace un mes en el centro de la organización en Londres. "Ni hemos animado a que se haga, ni tenemos contacto con la gente que lo está haciendo, pero tampoco lo condenamos", contaba, cigarrillo en boca, este periodista de investigación islandés enrolado en las filas de Assange.
Una buena parte de los anonymous se aglutina en torno a la web whyweprotest.net. Hamster se conecta con su iPad a este espacio en que los miembros de la comunidad intercambian ideas e iniciativas. Este joven informático cuenta que el canal 4chan estuvo en el origen del movimiento, pero que la acción se sitúa ahora en whyweprotest. "Cualquiera puede entrar y preservar su anonimato. Eso es lo bueno. La gente se centra en lo que dicen los demás, y no en quién lo dice".
Hamster sorbe su café con caramelo en un céntrico café de Oxford Street. Su iPad está desplegado en la mesa, está continuamente chequeándolo, responde a las preguntas, pero su mirada se va constantemente hacia la pantalla. Muestra una foto de la habitación de su casa: un ordenador, cuatro pantallas. "Así puedes estar atento a varias cosas a la vez", dice, y suelta una entrecortada sonrisa.
Cuenta que hay cerca de 33.000 personas registradas en whyweprotest. La gran mayoría, miembros de Anonymous o simpatizantes de la causa. "Los más agresivos son la gente de Anonops, yo soy menos agresivo". Dentro de Anonymous hay detractores de los ataques DDoS. "Creo que esos ataques nos desacreditan", afirma Magnonymous. "Van a utilizarlos para criminalizarnos y para generar propaganda negativa sobre nosotros". Magnonymous lo tiene claro: "No debemos utilizar la violencia en ningún caso. Cualquier miembro que propusiera utilizar la violencia sería rechazado por el grupo". Hay otro espacio en el que también se mueven los miembros del colectivo: whywefight.net, el blog informativo de los "soldados de la ciberguerra".
Hamster se unió a Anonymous a principios de 2008. Cuenta que lo hizo al poco de abandonar la Iglesia de la Cienciología. "Me di cuenta de que no me ayudaban para nada. Lo único que hacen es convertirte en un idiota y manipularte". Afirma que abandonó la cienciología internamente, pero no de hecho: cuenta que sigue yendo dos veces por semana y que intenta sacar documentación para ponerla a disposición de Anonymous. "Honestamente, a veces me da un miedo horrible. Si me descubrieran, convertirían mi vida en un infierno".
La Iglesia de la Cienciología es uno de los grandes enemigos de Anonymous. La lucha contra esta secta fue lo primero que unió a todos estos ciberactivistas en 2008, y siguen en las mismas. Una lucha que en realidad arrancó a mediados de los noventa, pero que tomó cuerpo en 2008. A los anonymous no les gusta la seudociencia, ni, por lo general, las religiones. Sostienen que la tecnología debe servir para expandir el conocimiento, no para controlar las mentes. Como explica la profesora Gabriella Coleman, antropóloga de la Universidad de Nueva York especializada en el mundo hacker y estudiosa del fenómeno Anonymous, la Iglesia de la Cienciología es la perfecta antítesis de Anonymous, el fenómeno inverso: oscurantismo, ocultamiento, censura. Destapar los secretos de una organización secretista, de una organización religiosa con marca registrada, sostiene, se convirtió en el primer gran desafío de Anonymous. En febrero de 2008, los miembros que se reunían en la Red desde sus casas trasladaron sus protestas a la calle, a la "vida real". Hubo manifestaciones en Londres, Ámsterdam, Berlín, Sidney. "Fue cuando más gente de Anonymous he visto en la calle", reconoce Hamster.
PayPal. Visa. Mastercad. Amazon. PostFinance. La web de la fiscalía sueca, la del partido irlandés Fine Gael, las del régimen tunecino. No hay fronteras para Anonymous. La lucha contra la cienciología les unió. La lucha pro Wikileaks les ha reunido de nuevo. Cualquier ataque a los derechos humanos, cualquier intento de censurar, se produzca donde se produzca, será castigado por ellos con las armas que tienen a su alcance. "Si hubiera una revolución", dice Hamster, "Internet nos proporcionaría la tecnología".
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JOSEBA ELOLA . EL PAÍS.com 16/01/2011
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