Con unas cifras en claro derrumbe y una opinión pública cada vez más desinteresada, la votación que hoy se producirá en el Parlamento catalán sobre la prohibición de los toros puede convertirse en un hito de una decadencia que ya es real. 2.000 toros sin salida en las fincas, la bravura cada vez más recortada, la caída de corridas y la desafección creciente son el contexto de un voto que, si gana, puede extenderse en España.
Cataluña abre esta semana el melón taurino. El Parlamento vota hoy la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que busca prohibir las corridas de toros y llega avalada por 180.000 firmas (bastarían 50.000) recopiladas por la plataforma ciudadana Prou! que prefiere hablar de "abolición de la tauromaquia". El portavoz, Leonardo Anselmi, avisa de que, si prospera en Cataluña, lo intentarán en el resto de comunidades autónomas.
La votación en el Parlamento catalán se presenta ajustadísima. Esquerra Republicana e Iniciativa per Cataluña votarán a favor de la prohibición. Defenderán argumentos animalistas y descartan debatir sobre la catalanidad o españolidad de la fiesta, una discusión en la que ya nadie entra, habida cuenta de que Cataluña cuenta con algunas de las plazas más antiguas de España y de que Barcelona es la única ciudad del país que ha tenido tres cosos. El PP y Ciutadans votarán en contra. Pedirán respeto a la tradición.
La decisión está en manos de los dos grandes grupos: CiU y PSC, cuyos diputados no tienen una postura común y su voto será libre y secreto. Las calculadoras echan humo en los pasillos del Parlament: el resultado pueden decidirlo unos pocos votos.
Lo que no consiga la mano política puede hacerlo, sin embargo, el dinero: en los últimos dos años, la depreciación del dólar ha devaluado la temporada americana para las figuras del toreo. Sin esos carteles, las ferias carecen de público. Cada vez son más cortas o directamente se suspenden.
En 2006, la empresa Gallup efectuó una encuesta entre 1.016 personas que trataba de medir la evolución de la afición a los toros en España. Un 81% de los menores de 24 años mostraba desinterés por estos festejos. La misma cifra se daba entre los de 24 a 34 años. De 35 a 44 años apenas baja un poco (78%). Y lo más sorprendente es que entre los mayores de 65 años sólo el 41% se declara interesado en los toros. Desde finales de los ochenta, el desinterés ha aumentado.
En 2009, según datos del Ministerio de Interior, se han celebrado en España 891 festejos mayores, entre corridas de toros, novilladas (con picadores) y rejones. 354 menos que en 2008. En el campo se calcula un excedente de más de 2.000 toros con fecha de caducidad. El reglamento taurino obliga a lidiar reses de cuatro a seis años. Este 2010, además de los toros con cuatro años recién cumplidos se encontrarán con estos "cinqueños" de difícil salida en el mercado. En España las ferias son cada vez más cortas, y si se tiene que prescindir de un festejo suele ser de la novillada de promoción, que sirve para que den sus primeros pasos novilleros y aprendices.
En 1991, Canarias fue la primera comunidad autónoma española en prohibir los toros. Ya hacía una década que la comunidad no vivía una corrida y el asunto no necesitó ni debate. Pero lo que perseguía aquella ley era prohibir las peleas de gallos. Acabaron con los toros, con la lucha de perros y con el tiro de pichón. Las peleas de gallos, muy populares en algunas zonas rurales, ahí siguen. A Miguel Cabrera Pérez-Camacho, hoy del PP pero entonces en las filas de Coalición Canaria, no le apoyó ni su propio grupo y dimitió en el mismo parlamento.
Los partidarios de los festejos cuentan también con el apoyo de los diputados de la zona de Tarragona, donde los correbous, encierros populares, son parte esencial de las fiestas y las peñas temen que se comience prohibiendo las corridas para ir después a por los correbous.
La cabaña brava, base del espectáculo, tampoco goza de una salud destacable. Las peticiones de los toreros han ido convirtiendo el toro bravo en un animal cada vez más dócil y con menos sensación de peligro. El espectáculo ha ganado en emoción artística a cambio de adrenalina. Son pocos los ganaderos que lidian sus toros sin problemas. Prima el encaste Domecq, más noble en la muleta, con cierta docilidad. Esta exigencia por parte de los matadores ha llevado la diversidad de encastes al borde del precipicio. Juan Sánchez Fabrés ha anunciado que tendrá que enviar al matadero su vacada, exponente única de la procedencia "Coquilla".
Más grave es la situación de Atanasio Fernández, una ganadería obligatoria en las ferias durante los setenta y ochenta. El pasado mes las vacas de este hierro fueron al matadero: adiós a la madre de muchas otras ganaderías de procedencia Conde de la Corte.
Aunque la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL) no hace declaraciones al respecto, la crisis inmobiliaria ha puesto el cartel de se vende en muchísimas fincas. Los constructores acostumbraban a dedicar sus ganancias a la compra de ganaderías.
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