El concejal del PP de Santiago y número tres en la candidatura a la alcaldía, Ángel Espadas, fue detenido en la madrugada del sábado cuando conducía presuntamente bajo los efectos del alcohol. Según relata el atestado policial, fueron agentes de la Guardia Civil los que sorprendieron al edil durmiendo al volante, con su coche parado y encendido en el medio de la calzada ante un semáforo en la zona de San Lázaro. El control de alcoholemia dio como resultado una tasa de 0,79 miligramos de alcohol por litro, el triple de la cantidad permitida para conducir. Media hora después, bajó a 0,74 miligramos.
Tras el primer examen, la Guardia Civil avisó a la Policía Municipal, responsable del control del tráfico en el casco urbano, que trasladó a Espadas a los calabozos donde pasó las últimas horas de la madrugada. Con la modificación del Código Penal, conducir con una tasa superior a 0,60 miligramos, implica un delito contra la seguridad del tráfico por la que el edil deberá enfrentarse el martes a un juicio rápido.
Mucho antes de que la Guardia Civil lo sorprendiese durmiendo al volante de su coche, encendido y parado, ante un semáforo y en estado de embriaguez durante la madrugada del pasado viernes, Ángel Espadas, decidió infiltrarse en el botellón que realizan cada jueves los jóvenes de Santiago en el parque de la Alameda. Tanto Espadas como la número dos de la candidatura del PP a la alcaldía, Paula Prado, también diputada, contaron en octubre de 2008 los excesos de la primera gran fiesta universitaria del año de los que fueron testigos de excepción y que relataron en primera persona.
En un amplio reportaje publicado por El Correo Gallego, Espadas explicaba entonces su experiencia después de colarse -sin bebidas según detallaba el diario- entre la juventud que celebraba el inicio de curso con un macrobotellón: "El 95% de los jóvenes que estaba en la Alameda consumía alcohol u otro tipo de sustancias".
El edil popular cargó entonces contra la actuación de los agentes de la Policía Local "porque solo se limitaban a controlar que los jóvenes no sobrepasasen las vallas con las que impedían el paso a la zona central de la Alameda". En dicho reportaje, titulado Dos espías del PP en el botellón, ambos concejales lamentaban la tolerancia de la policía ante el botellón: "El tiempo en que estuvimos allí, hasta las dos de la madrugada, no vimos a ningún policía multar a la gente por orinar en la calle". "Cuando aún estaba empezando la fiesta había un montón de gente vomitando y al borde de coma etílico con bebidas de alta graduación", subrayó entonces Espadas.
Publicado por MARÍA PAMPÍN en EL PAÍS.COM - 14/03/2011
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