CRÍTICA "EL SEPTIMO ARTE"
Hace ya cerca de un mes que tuve el privilegio de ver 'La vida de Pi', tiempo en teoría más que de sobra para ordenar en mi cabeza todas esas ideas que durante tantos y tantos días se han resistido a ser arrojadas sobre el papel... hasta ahora que el último momento no les ha dejado más opción, a la buena de Dios, y aún a pesar de haber salido de la sala enamorado -jodío Richard Parker- y con ganas de escribir, escribir y escribir todavía un poquito más sobre lo que uno pretendería, en un mundo idílico, fueran algo más que unas palabras como Ang Lee ha hecho del original de Yann Martel algo más que una película. Cualquiera que suela aporrear un teclado o esgrimir un bolígrafo conocerá la sensación, la de tener la cabeza llena de ideas pero sentirse incapaz de darles forma a través de palabras para expresarlas y, de lo que aquí se trata, comunicarlas a los demás. No se trata tanto de un bloqueo como en ocasiones sentir la necesidad, sentirse obligado, a que la calidad de estas palabras le hagan justicia a la que en este caso, y sin duda, es una de las experiencias más gratificantes que nos va a regalar una pantalla de cine en todo el año...
Me he llegado a plantear de mil y unas maneras a lo largo de todos estos días este texto, tantas veces como he sentido el impulso de sentarme a escribir y, de una vez por todas, sacarlo de mi cabeza... complicado, la verdad, porque durante todos estos días he tenido muy presente tanto a Pi como al jodío Richard Parker, quien a la manera de muchas de las creaciones de Pixar -Wall-E a la cabeza- me ha robado un pedacito de ese alma cinéfila que todos llevamos dentro... y mucho me temo que no me lo va a devolver, tanto tiempo después permite asegurarlo una vez la emoción del momento deja paso a un sentimiento ya madurado con el que escribo estas líneas. Espera, un momento, ¿hablamos de mí... o hablamos de 'La vida de Pi'? De ambos: se llama experiencia, una de esas que trascienden de la pantalla para convertirse en una pequeña parte de uno mismo. ¿El viaje de tu vida? Uno de ellos, puede ser; o al menos uno que recordarás y merecerá la pena recordar, posiblemente.
Recuerdo, ya puestos y perfectamente, que en el cartel de 'Forrest Gump', 18 años después y aún por mi cabeza, ponía que "El mundo ya no será el mismo una vez lo hayas visto a través de los ojos de Forrest Gump". Y lo cierto es que razón no le faltaba, pues Robert Zemeckis no sólo nos ofreció una de las mejores y más significativas películas de los años 90, también nos demostró -ya con los efectos digitales- que la tecnología bien usada puede inmiscuirse en la historia sin necesidad de robarle protagonismo a esta, que el arte no estaba tanto en que la historia hiciera lucirse a los efectos como que los efectos hicieran lucirse a la historia. ¿Adivinan hacia donde voy? No es sólo que 'La vida de Pi' sea todo un prodigio visual, también es una producción con mucho más fondo de armario sin dejar de ser una película de un indio en una barca con un tigre, el jodío Richard Parker... tal cual suena, si bien este resumen viene a ser como decir que 'Forrest Gump' va sobre un tío que espera al autobús mientras picotea de una caja dentro de la cual "nunca sabes que te vas a encontrar".
Pi y su compañero de fatigas, el jodío Richard Parker, han llegado... y lo han hecho para quedarse, para aguardar en nuestro interior para que en los próximos años cualquier mínimo estímulo la haga regresar a la primera línea de nuestros pensamientos. La película, por momentos una obra de arte, se presenta como un lienzo en el que Ang Lee ha dibujado una serie de imágenes de portentosa belleza a las que el 3D realza, un empleo del formato como pocos han sabido darle capaz de que durante sus dos horas largas de metraje olvidemos las dichosas (y molestas) gafas. Todo un triunfo de por sí como lo es también que, sin necesidad de hacerle hablar, Lee sea capaz de "humanizar" -pongase entre muchas comillas- a un personaje como el del jodío Richard Parker, todo un prodigio técnico y dramático que brilla con luz propia a través de su relación con debutante Suraj Sharma, excelente protagonista que a la manera del Tom Hanks de 'Naúfrago' (con la que la cinta comparte bastante... a nivel terrenal) sustenta sobre el brillo de sus ojos el peso dramático de todo el relato.
En 'La vida de Pi', por derecho propio una de las mejores películas del año (por más que esa frase este tan gastada que carezca de valor alguno...), encontramos todo aquello que al menos a los ojos de un servidor cabe encontrar en todo GRAN título, escrito en mayúsculas para que se lea incluso a dos metros de distancia del ordenador: es sumamente entretenida, con nuestro interés siempre pendiente de la pantalla; ofrece diversos momentos, detalles e imágenes para atesorar en el recuerdo; permite una doble lectura para darle a la cabeza y tener de qué hablar con el/los acompañantes... y ante todo, posiblemente, que se trata de un filme puede que no único, pero sí muy personal y reconocible. ¿Cuantas historias sobre un indio en una barca con un jodío tigre conocen... que además sean buenas? Sólo por salir airoso de tamaño desafío, sólo por lograr que 'La vida de Pi' sobreviva a lo que podría haber sido un doloroso (y caro) naufragio, la cinta ya se merece un aplauso y la imagen de Chuck Norris con el pulgar levantado certificando un trabajo bien hecho.
Uno se imagina, de la misma manera que un servidor delante del ordenador, a Ang Lee delante del original de Yann Martel preguntándose ¿cómo diantres voy a darle forma a esto? Y ambos por fin le hemos dado salida a nuestra criatura... si bien eso no quiere decir que nos hayamos olvidado de ella, ni mucho menos, porque podría escribir mucho más y bien sobre lo que, como ya digo, para mí es algo más que una película. Espera, un momento, ¿hablamos de mí... o hablamos de 'La vida de Pi'? Sobre ambos. Pero ¿acaso no ya he dicho lo suficiente? ¿acaso hacen falta más grandilocuencia y palabras altisonantes? ¿acaso no corro el riesgo de que mi encarecida recomendación abra paso de par en par al "no es para tanto"? Sea lo que fuera 'La vida de Pi' no deja de ser una película sobre un indio en una barca con un jodío tigre... pero no es el principio de un chiste, no, es más bien el potencial principio de una gran amistad. Y durante todo esto tiempo sólo he tenido claro cuál iba a ser el final de este texto: YO SÍ CREO. Jodío Richard Parker...
Nota: 9.0
Vía El Séptimo Arte | 30 de noviembre de 2012 | Por wanchope