Tanto se ha repetido que las elecciones en Galicia eran un examen para la política de Mariano Rajoy, que la primera lectura el éxito de Alberto Nuñez Feijóo, con su mayoría absoluta apuntalada con tres escaños más, es nítida: Rajoy sale reforzado del 21-O. Pero si gana tiempo es, sobre todo, porque la alternativa socialista se derrumba. Entre Galicia y el País Vasco suman una pérdida de 16 escaños, lo que agudiza la sensación de caída libre que comenzó en las elecciones generales de 2011, y que puede agravarse el próximo 25 de noviembre en las elecciones catalanas. Rubalcaba no quiso aparecer durante la noche electoral -sólo firmó dos tuits de agradecimiento a los candidatos Vázquez y López-, mientras el desánimo se extendía entre los socialistas que se preguntan si aún están pagando la herencia de Zapatero, o si es la labor en la oposición la que está ahuyentando a los votantes.
En Euskadi, en las primeras elecciones sin el aliento de ETA en la nuca, los resultados eran más previsibles: el PNV vuelve al poder y el próximo lehendakari, Iñigo Urkullu, está en condiciones de elegir con qué socios quiere gobernar -Bildu o PSE-, o incluso puede renunciar a un pacto estable y establecer alianzas puntuales, a pesar del hincapié que hizo la noche del domingo en la necesidad de pactos plurales y estables que permitan afrontar la crisis económica. EH-Bildu alcanzaba 21 escaños en su estreno en el parlamento de Vitoria, lejos del sorpasso al PNV que algunos acariciaban en la izquierda abertzale. La oleada nacionalista se ha llevado por delante nueve escaños del PSE, pero también arrebata tres diputados al PP de Basagoiti, lo que deja abierta la puerta a las críticas del sector más duro del PP.
En Europa analizan en estos momentos con lupa unos resultados que, a la espera de las elecciones catalanas, confirman el auge del nacionalismo, tanto en el País Vasco como en Galicia, y la pérdida de casi medio millón de votos para el PP y el PSOE respecto a 2009. Aunque no sean extrapolables los resultados del domingo a unas elecciones generales, la tendencia es significativa: el descontento ciudadano ante los recortes y las políticas de austeridad a ultranza sigue cobrándose víctimas en los equilibrios políticos tal y como los conocemos.
El triunfo de Feijóo en Galicia es una gran noticia para Rajoy; posiblemente, la última buena noticia que reciba en mucho tiempo.
Montserrat Domínguez - Directora Editorial, El Huffington Post - Publicado: 22/10/2012
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