De lo general a lo particular. Florencio Sánchez, fontanero jubilado de 68 años, ha acudido buscando “el bienestar social para todos”. “Yo tengo una pensión digna y espero que mi nieta también la tenga”, comenta. Ana Isabel Domingo, administrativa en paro de 46, estaba entre los manifestante porque cree que no le alcanzará el dinero para pagar la universidad a sus hijos adolescentes “cuando la pública valga tanto como la privada”. Miles de personas han clamado durante más de dos horas por el centro de Madrid contra los recortes en educación en una protesta convocada por el Sindicato de Estudiantes y la CEAPA (la Confederación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos) como colofón a tres días de huelga en institutos a los que este jueves se han sumado colegios y padres.
Más de 100.000 personas, según los convocantes (la Delegación del Gobierno no ha ofrecido cifras) han recorrido la calle de Alcalá reclamando a gritos la “dimisión” del ministro de Educación, José Ignacio Wert, tras el recorte de 4.000 millones en la partida para educación y la aprobación de los decretos que aumentan el precio de las tasas universitarias o las horas lectivas de los docentes, lo que supondrá prescindir de 50.000 profesores, según estimaciones de los sindicatos. La Comunidad de Madrid ha recortado además en más de 10 millones de euros las cantidades destinados a becas de comedor y ha sustituido las ayudas de libros por un sistema de préstamos.
Junto a la pancarta principal Por la educación pública. Por el futuro de nuestros jóvenes, la niña María sujetaba una cartulina roja con otros compañeros del colegio Portugal. Su madre, Carmen Muñoz, ha dicho que le sobran motivos de protesta. Es bibliotecaria en la Universidad Complutense (atenazada por los recortes y en su “peor situación en 35 años”, en palabras del rector, José Carrillo), se ha movilizado con la marea negra de los funcionarios y porta la camiseta de la marea verde por la Educación pública de tod@s y para tod@s. “El colegio de mi hija es el único público del barrio, concentra a toda la población inmigrante y nos han quitado el aula de enlace y dos profesores”, explica. También lleva la camiseta verde Francisca Moya, maestra de infantil en Manzanares el Real. “Han eliminado los profesores de apoyo para los alumnos de integración”, coincide esta.
De fondo, por los altavoces por los que hablan representantes estudiantiles y sindicales, una consigna: “¡Si no hay solución, habrá revolución!”. Lleva el micro Raúl Rivas, de 22 años y estudiante de FP en Desarrollo de Aplicaciones Web. Cuando se aprobó el aumento de tasas regionales (que pasaron de 0 a 180 euros por curso en Formación Profesional), el estudiante contó a EL PAÍS que le iba a resultar casi imposible pagarlo. Ahora explica que ha echado “más hora de trabajo” este verano para poder afrontarlo.
“Que no digan de forma peyorativa que esto es una manifestación política porque todo lo es. Esto y el recorte también”, ha contado con la cabecera avanzando por Neptuno Natalia Terrón, licenciada de 40 años. Lleva atado con una tela a su hijo de dos años. La niña, de siete, va de la mano del abuelo. La abuela también les acompaña. “No hace tanto que fui estudiante y ahora soy madre, me preocupa el futuro de mis niños”, señala Terrón. La abogada Laura Reyes, de 34 años, camina junto a su hija Claudia, de tres. “No hemos obtenido becas y con la reducción del sueldo de mi marido como profesor universitario la economía familiar se ha resentido”.
El secretario del Sindicato de Estudiantes, Tohil Delgado, ha dicho este jueves que si Wert no dimite de “manera inmediata y si no retira la contrarreforma” volverán a movilizarse, mientras que José Luis Pazos, responsable de CEAPA, ha añadido que el ministro “sabe que desde hoy está en funciones”.
En el giro de la marcha en la fuente de Cibeles, minutos antes de que centenares de estudiantes gritaran de nuevo “dimisión” frente a la fachada del Ministerio de Educación, Alejandro Santos y Ricardo Torregrosa, de 18 años, lucían envueltos en sendas banderas republicanas. A Torregrosa, que estudia en la universidad pública Rey Juan Carlos, la matrícula de Criminología le ha costado 1.600 euros (el doble de lo que pagaban los alumnos el curso pasado). “Y a pesar del subidón, nos hacen hasta pagar las fotocopias”. Se queja, además, de que no están “garantizados” los laboratorios para clases prácticas.
La protesta de estudiantes, padres y profesores ha confluido en la Puerta del Sol con la manifestación convocada por los trabajadores de Metro de Madrid y la Empresa Municipal de Transportes, movilizados desde septiembre por el recorte de la paga extraordinaria aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy en julio.
“¡Vamos a casa, vamos a Sol!”, gritan estudiantes al entrar en la plaza que se convirtió en símbolo con el movimiento 15-M. En un lateral, junto a la cúpula de cristal de la estación de Cercanías, alumnos de la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) protestan a su manera contra los recortes en las enseñanzas artísticas. Van vestidos de negro y se dejan caer sobre el asfalto uno tras otro como si se estuvieran muriendo. Se levantan cantando los versos de Rafael Alberti a los que puso música Paco Ibáñez: “¡A galopar, a galopar hasta enterrarlos en el mar!”. De fondo suena un tambor.
EL PAÍS.com - P. ÁLVAREZ / M. CASTILLO - Madrid - 18 OCT 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario