Donna Summer en Berlín en 2009.
Ganadora de cinco premios Grammy, sus éxitos todavía suenan en las radiofórmulas
La cantante, que ha fallecido en Florida, padecía cáncer
La reina coronada de la era disco, pionera entre las divas y transgresora en la pista de baile, ha fallecido este jueves en Florida, a los 63 años de edad, a causa de un cáncer. Donna Summer, nacida en Boston en 1948, revolucionó las discotecas del mundo entero. Junto al productor Giorgio Moroder, grabó en 1977 una canción, I feel love, que prescindió de los arreglos instrumentales y que consistía exclusivamente de una voz –casi un gemido– sobre una repetitiva base de sintetizadores. Aquel estilo abrió un camino que seguirían posteriormente hasta productores del house y el tecno.
Mucho de lo que Summer hizo musicalmente fue obra de sus productores, a los que, en los albores de su carrera, supo elegir con acierto. Sobre todo, del propio Moroder y Pete Bellotte, que le produjeron 11 discos. Ella le añadió algo que en los 70 resultó algo más que escandaloso. Antes de que las actuales reinas y matronas del pop se pasearan por los escenarios vestidas con ropa interior, provocando a cada concierto, Summer, cubierta por mínimos vestidos brillantes, simuló éxtasis en directo, y llegó a comercializar un tema del que la leyenda decía que era el resultado de 23 orgasmos.
Se trataba de I love to love you baby, de 1975, comercializada en Europa, y que llegó al número cinco de las listas de éxitos de Reino Unido. Entonces, Summer vivía en Alemania. Se había mudado allí para interpretar un papel en el musical Hair. Todavía conservaba su apellido de nacimiento, Gaines, que empleó para comercializar su primer single, Sally go round the roses. Se casó, tuvo una hija y se divorció, para renacer, con nuevo apellido, como la reina del incipiente movimiento disco.
Summer no era una cantante que se recluyera en el estudio. Exhibía su potente voz en unos directos ricos, aderezados con unos contoneos para muchos escandalosos, producto de aquella época de revolución sexual previa a la gran epidemia de sida de los 80. De regreso a EE UU, sus primeros números uno en la lista Billboard fueron un disco en directo, Live and more, y el primer single de este, MacArthur Park, una versión de un tema de Jimmy Webb.
Su primer éxito masivo fue el disco Bad girls, con un primer single homónimo dedicado a las prostitutas, en la que cantaba: “Míralas, por la noche, en la calle, paseando, recogiendo a cualquier extraño, si el precio es el adecuado”. El disco es a día de hoy, el más vendido de su carrera, dos veces platino, con dos millones de unidades vendidas en EE UU y cuatro millones en todo el mundo.
Entonces el estilo de Summer se había convertido ya casi en esquemático: las canciones arrancaban como baladas, con un suave acompañamiento orquestal a su voz, para estallar con ampulosos arreglos con sintetizadores, toda una explosión disco. Una de las canciones más representativas de esa técnica es su dueto con Barbra Streisand, No more tears (Enough is enough), de 1979.
Su primer premio Grammy le llegó con Last dance, un himno de baile de 1978, tomado de la película musical Thank god it’s friday, en la que participó junto a los actores Jeff Goldblum y Debra Winger. En su carrera, conseguiría otros cuatro Grammy: por Hot stuff en 1979, He’s a rebel en 1983, y Forgive me en 1984 y por una remezcla de Carry on en 1997.
Summer vivió un profundo cambio en la década de los 80, y no sólo a nivel musical. Buscaba un nuevo estilo, más pop, y rompió con su discográfica, Casablanca, para firmar con Geffen. En 1982 editó su primer álbum sin Moroder y Bellotte, titulado genéricamente Donna Summer y producido por Quincy Jones. Fue un fracaso, llegando sólo al número 20. En esa década tendría algunos éxitos relativos, como She works hard for the money o This time I know it’d for real, pero ninguno de ellos al nivel de sus triunfos de los 70.
Luego, llegó su gran divorcio de la comunidad homosexual. Summer, que había sido toda una diva gay antes de que ese término existiera, se convirtió en una cristiana renacida y una firme devota. Según la revista dedicada al público gay The Advocate, entre bambalinas, en un concierto en 1983, dijo a un reducido grupo de fans gais que dios creó a “Adan y Eva, no a Adán y Steve”. “Rezaré por vosotros”, les dijo, y añadió: “He visto el mal de la homosexualidad salir de vosotros, el sida es vuestro pecado”. Ella siempre negó haber dicho esas palabras y llegó a demandar a la revista New York por volver a poner en circulación esas supuestas declaraciones.
Mito o realidad, lo cierto es que Summer nunca volvió a recuperarse del todo, comercial y musicalmente. En 1999, en una época en que grandes glorias como Cher o Madonna se reciclaban con álbumes con arreglos electrónicos, Summer solo tuvo que volver a su propio pasado. Editó una segunda parte de su Live and more, titulado Live and more encore, grabado en directo en los platós de VH1, que dio el exitoso single I will go with you, una versión disco del tema de Andre Boccelli Con te partirò. En 2008 grabó Crayons, que es, ya, su último disco.
Con Crayons, Summer organizó una gira que la trajo aquí, a Washington. Era una sombra de lo que había sido. Le costaba caminar, debía llegar acompañada al escenario, tuvo que tomar grandes descansos para poder cambiarse de traje, algo que sus herederas en el mundo del pop hacen en cuestión de segundos. Ente el público se notaba el nerviosismo, que quedó disipado cuando abrió la boca y entonó la primera nota. La carrera de Summer podría haber pasado por muchos altibajos. Su imponente y prodigiosa voz siguió intacta hasta el final.
EL PAÍS.com - David Alandete - Washington - 17 MAY 2012
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