El salvado de avena, alimento fetiche de los dukanianos.
En algún momento me juré a mí mismo que en este blog nunca iba a escribir sobre dietas. Lo siento, pero es un tema que me aburre profundísimamente, y al que no le veo hueco en un espacio consagrado a la celebración hedonista del hecho de comer. Del comer sano, bueno y asequible, no del ponerte como una vacaburra a grasas ni del ir de gourmet exquisito por la vida, puntualizo.
Sin embargo, hay noticias que le obligan a uno a saltarse sus mandamientos más sagrados, y esta es una de ellas: el colegio de médicos francés ha denunciado a Pierre Dukan, autor de la famosa dieta del mismo apellido, por infringir su código deontológico. Le acusan de anteponer sus intereses comerciales a los deberes propios de su profesión, además de reprocharle la alegría con la que hace declaraciones públicas disparatadas, como su propuesta de dar más puntos en los exámenes finales de bachillerato a los alumnos que mantengan la línea.
Lo que me extraña es que la Orden Nacional de Médicos -en Francia se llama así- no haya denunciado antes a este señor por los efectos nocivos de su plan para adelgazar, señalados por tantos y tantos dietistas sensatos en todo el mundo. Pero bueno, igual es que allí, como en otros países, es legal vender una dieta basada en la ingesta masiva de proteínas, que según los expertos perjudica a tu hígado y a tus riñones, produce estreñimiento, tiene efecto rebote y predispone a la bulimia. Entre otras virtudes.
Aunque Dukan promete que cuatro de cada cinco personas que hacen su dieta se estabilizan en el peso conseguido, según la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación francesa el 80% de las personas que la llevan a cabo recuperan su peso original al cabo de un año. Una encuesta de la revista digital Journal des Femmes, en la que se preguntó a 4.700 personas que habían pasado por la Dukan, alarga el plazo a cuatro años, pero mantiene el mismo porcentaje demoledor. La Asociación Española de Dietistas califica la dieta de "ineficaz, fraudulenta y sin ninguna evidencia científica", y desaconseja "encarecidamente" su uso a la población.
Estos datos no son nuevos, y sin embargo, miles de dukanianos -me encanta este nombre, es muy Star Trek- siguen erre que erre intentando adelgazar con el pintoresco régimen de este visionario. Es decir, siguen cometiendo una tontería mayúscula: la de someter a su cuerpo a un castigo importante para perder unos kilos que muy probablemente van a volver a ganar. Así que cuando veo a personas nada tontas de mi entorno caer en semejante trampa, me pregunto cual Mourinho o Rita Pavone: ¿por qué?
En algún momento me juré a mí mismo que en este blog nunca iba a escribir sobre dietas. Lo siento, pero es un tema que me aburre profundísimamente, y al que no le veo hueco en un espacio consagrado a la celebración hedonista del hecho de comer. Del comer sano, bueno y asequible, no del ponerte como una vacaburra a grasas ni del ir de gourmet exquisito por la vida, puntualizo.
Sin embargo, hay noticias que le obligan a uno a saltarse sus mandamientos más sagrados, y esta es una de ellas: el colegio de médicos francés ha denunciado a Pierre Dukan, autor de la famosa dieta del mismo apellido, por infringir su código deontológico. Le acusan de anteponer sus intereses comerciales a los deberes propios de su profesión, además de reprocharle la alegría con la que hace declaraciones públicas disparatadas, como su propuesta de dar más puntos en los exámenes finales de bachillerato a los alumnos que mantengan la línea.
Lo que me extraña es que la Orden Nacional de Médicos -en Francia se llama así- no haya denunciado antes a este señor por los efectos nocivos de su plan para adelgazar, señalados por tantos y tantos dietistas sensatos en todo el mundo. Pero bueno, igual es que allí, como en otros países, es legal vender una dieta basada en la ingesta masiva de proteínas, que según los expertos perjudica a tu hígado y a tus riñones, produce estreñimiento, tiene efecto rebote y predispone a la bulimia. Entre otras virtudes.
Aunque Dukan promete que cuatro de cada cinco personas que hacen su dieta se estabilizan en el peso conseguido, según la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación francesa el 80% de las personas que la llevan a cabo recuperan su peso original al cabo de un año. Una encuesta de la revista digital Journal des Femmes, en la que se preguntó a 4.700 personas que habían pasado por la Dukan, alarga el plazo a cuatro años, pero mantiene el mismo porcentaje demoledor. La Asociación Española de Dietistas califica la dieta de "ineficaz, fraudulenta y sin ninguna evidencia científica", y desaconseja "encarecidamente" su uso a la población.
Estos datos no son nuevos, y sin embargo, miles de dukanianos -me encanta este nombre, es muy Star Trek- siguen erre que erre intentando adelgazar con el pintoresco régimen de este visionario. Es decir, siguen cometiendo una tontería mayúscula: la de someter a su cuerpo a un castigo importante para perder unos kilos que muy probablemente van a volver a ganar. Así que cuando veo a personas nada tontas de mi entorno caer en semejante trampa, me pregunto cual Mourinho o Rita Pavone: ¿por qué?
Grandes hombres de nuestro tiempo: Pierre Dukan.
Lo más fácil es echarle la culpa a la inteligente estrategia de marketing de Dukan y su equipo, que han sabido vender muy bien su magia adelgazante tanto en las librerías como en Internet. Pero más allá de la publicidad, este señor triunfa porque ofrece una vía rápida para vencer uno de los verdaderos dramas de nuestro tiempo, el sobrepeso. Una vía peligrosa que en la mayoría de los casos te devuelve al punto de partida (o más atrás), pero en cualquier caso, más cómoda y directa que la de una dieta sana combinada con actividad física.
Sé que hablo desde la inmensa fortuna de mi natural delgadez (con cierta tendencia a echar tripa, todo hay que decirlo). Y entiendo que para las personas obesas o con tendencia a engordar tiene que ser muy difícil no escuchar los cantos de sirena de tipos como Dukan. Vivimos en un mundo extraño, que por un lado equipara delgadez extrema con belleza y por otro te bombardea con constantes incitaciones a comer de manera desenfrenada. Y encima, cada vez más sedentario. Hay que estar muy centrado y haber recibido una educación alimentaria correcta para no perder el oremus y entrar en el ping-pong del engorde-dieta-engorde-dieta.
Ahora bien, tomar atajos tan arriesgados e ineficaces a la larga como la Dukan ha sido, es y será una insensatez, por muchos condicionantes externos con los que queramos justificar la decisión. Por lo que he leído a dietistas serios, y por lo que veo en personas de mi alrededor, la manera más eficaz de adelgazar es comer de todo en cantidades moderadas y de forma equilibrada, con especial incidencia en frutas y verduras; dejar los productos hipercalóricos para ocasiones excepcionales y hacer ejercicio. Puede que el proceso sea más lento, pero sin duda tendrá un efecto más duradero y será mucho más beneficioso para tu organismo que los presuntos milagros del gurú francés.
Lo más fácil es echarle la culpa a la inteligente estrategia de marketing de Dukan y su equipo, que han sabido vender muy bien su magia adelgazante tanto en las librerías como en Internet. Pero más allá de la publicidad, este señor triunfa porque ofrece una vía rápida para vencer uno de los verdaderos dramas de nuestro tiempo, el sobrepeso. Una vía peligrosa que en la mayoría de los casos te devuelve al punto de partida (o más atrás), pero en cualquier caso, más cómoda y directa que la de una dieta sana combinada con actividad física.
Sé que hablo desde la inmensa fortuna de mi natural delgadez (con cierta tendencia a echar tripa, todo hay que decirlo). Y entiendo que para las personas obesas o con tendencia a engordar tiene que ser muy difícil no escuchar los cantos de sirena de tipos como Dukan. Vivimos en un mundo extraño, que por un lado equipara delgadez extrema con belleza y por otro te bombardea con constantes incitaciones a comer de manera desenfrenada. Y encima, cada vez más sedentario. Hay que estar muy centrado y haber recibido una educación alimentaria correcta para no perder el oremus y entrar en el ping-pong del engorde-dieta-engorde-dieta.
Ahora bien, tomar atajos tan arriesgados e ineficaces a la larga como la Dukan ha sido, es y será una insensatez, por muchos condicionantes externos con los que queramos justificar la decisión. Por lo que he leído a dietistas serios, y por lo que veo en personas de mi alrededor, la manera más eficaz de adelgazar es comer de todo en cantidades moderadas y de forma equilibrada, con especial incidencia en frutas y verduras; dejar los productos hipercalóricos para ocasiones excepcionales y hacer ejercicio. Puede que el proceso sea más lento, pero sin duda tendrá un efecto más duradero y será mucho más beneficioso para tu organismo que los presuntos milagros del gurú francés.
Por: Mikel López Iturriaga - El blog del comidista - 10 de abril de 2012
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