El presidente bielorruso rechaza con una frase homófoba a un ministro alemán que reconoce ser homosexual
El enfrentamiento entre la UE y el presidente bielorruso, Alexánder Lukashenko, bautizado hace tiempo por el expresidente estadounidense George W. Bush como «el último dictador de Europa», adquiere ya tintes ofensivos. El ministro de Exteriores germano, Guido Westerwelle, que reconoció su homosexualidad, empleó recientemente en relación con Lukashenko la misma frase que Bush, y la respuesta que ha recibido de éste es: «Mejor ser dictador que gay».
El mandatario bieloruso hizo tales declaraciones el domingo, y ayer el Ejecutivo alemán lo lamentó. El portavoz germano de Exteriores, Andreas Peschke, dijo que «estas palabras hablan por sí solas, dicen mucho del modo de pensar de quien las ha pronunciado». Según su opinión, tales diatribas «ponen de manifiesto la posición del presidente bielorruso en cuanto a los derechos humanos». Sin olvidar que «Lukashenko se define a sí mismo como un dictador».
El autócrata bielorruso aseguró haberle dicho a Westerwelle directamente a los ojos que «debes llevar un estilo de vida más normal». Lukashenko ya admitió en diciembre de 2010 su rechazo a los gays, en medio de las protestas habidas por el fraude electoral durante su reelección. El comentario homófobo le valió duras críticas de Occidente, pero él se reafirmó. «Siempre dije que no me gustan los homosexuales».
Sanciones
El desafío de Lukashenko surge mientras Bruselas estudia ampliar las sanciones a Bielorrusia por las constantes violaciones de los derechos humanos y los ataques a las libertades. Hay ya 226 altos funcionarios bielorrusos sancionados por la UE por su vinculación con la represión de las protestas tras las elecciones de 2006 y 2010. Ahora se trata de extender las sanciones a otros 21 dirigentes, fundamentalmente jueces y miembros de las fuerzas del orden. Se trataría de congelar sus activos fuera del país y prohibirles la entrada en la UE. Lukashenko ha advertido que si se aplican las nuevas medidas «habrá una respuesta inmediata y contundente».
Para justificar sus atropellos, el sátrapa bielorruso recurre, igual que Putin en Rusia, a la amenaza externa. Lukashenko ha reiterado que las protestas en Bielorrusia están orquestadas desde Occidente para «desestabilizar el país» y provocar una revolución según el escenario árabe.
Lukashenko, un antiguo director de Koljoz (cooperativa agraria soviética), llegó al poder en 1994 con la promesa de restablecer las ventajas sociales de la Unión Soviética. Proclamaba además la unión con Rusia y, desde entonces, ha sido reelegido cuatro veces.
el correo.com - RAFAEL M. MAÑUECO - MOSCÚ.
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