miércoles, 9 de enero de 2013

Crítica: Los Miserables.


Si ha habido un título que ha levantado expectación a lo largo de este año 2012 que acabamos de cerrar es Los Miserables. La adaptación cinematográfica del afamado musical de Claude-Michel Schönberg, Alain Boublil, Jean-Marc Natel, Herbert Kretzmer y James Fenton basado en la obra de Víctor Hugo se convirtió en una obsesión para el productor Cameron Mackintosh, que fue quien llevó la obra a los escenarios del West End y posteriormente a Broadway después de que se estrenase en París en el año 1980. El productor británico ha estado desarrollando este proyecto desde mediados de la década de los ochenta, no era fácil poner en pie algo de estas características, y más en una época en la que el público había comenzado a darle la espalda a este tipo de propuestas cinematográficas, sin ir más lejos la adaptación cinematográfica de A Chorus Line dirigida por Richard Attenborough acababa de convertirse en un sonoro fracaso de crítica y público. Después de abandonar el proyecto a mediados de la década de los noventa, Mackintosh anunció a finales del 2010 que la adaptación cinematográfica de Los Miserables estaba a punto de ser realidad y eligió al director Tom Hooper, ganador del Oscar por El Discurso del Rey, para llevarlo a cabo. William Nicholson (Tierras de Penumbra, Gladiator)  ha asumido la adaptación y le ha dado coherencia a un musical en el que apenas hay diálogos.

La historia de Los Miserables se desarrolla en la Francia de inicios del siglo XIX. El gran protagonista es Jean Valjean, un hombre que rompe su libertad condicional, después de haber cumplido una condena de casi veinte años por robar una hogaza de pan, y con una nueva identidad se convierte en un hombre noble. Hasta que es identificado por Javert, el oficial que le custodió durante su estancia en prisión, y que le perseguirá durante los próximos años. Valjean se hará cargo de Cosette, la hija pequeña de una de sus antiguas empleadas, Fantine. Con el paso de los años Valejan y Javert se volverán a encontrar y se verán envueltos en las revueltas de París.

Los Miserables siempre ha tenido la vocación de convertirse en un espectáculo más grande que la vida. El musical lo ha logrado. A pesar de las primeras críticas, que consideraban que era un sacrilegio a la obra de Víctor Hugo, se convirtió en un fenómeno cultural que sigue vigente. Su adaptación cinematográfica, desde su mera concepción, ha pretendido equipararse a espectáculos cinematográficos imperecederos como Lo que el Viento se Llevó, Ben Hur, West Side Story o Titanic, películas que están muy por encima del bien y del mal, aunque no me las llevaría a una isla desierta, en su día bauticé la crítica de Titanic como El Regreso de la Babosa, en los últimos meses me he hartado de leer y escuchar Los Miserables no es una película es mucho más que eso. Los Miserables falla en su intento de convertirse en una película más grande que la vida porque no luce como tal, por momentos parece una producción para la pequeña pantalla realizada durante los años noventa, de hecho la miniserie que en su día protagonizaron Gérard Depardiu y John Malkovich tenía algo más de empaque. Y todo es debido a la realización de Tom Hooper, que ha abusado tanto de los primeros planos que se ha cargado el trabajo de diseño de producción de Eve Stewart, el británico podría haberse marcado un Dogville, prescindir de los escenarios, y Los Miserables habría tenido un presupuesto bastante inferior al de 60 millones de dólares. Probablemente Hooper no fuera el más indicado para llevar a cabo este proyecto, tal vez hubiese sido más acertado Alan Parker, el primer nombre que surgió cuando comenzó a gestarse el proyecto, un realizador con sobrada experiencia en el cine musical o Sam Mendes que en el teatro ha estado al frente de montajes como los de Olivier!, Gypsy o Cabaret.

 © Universal Pictures International Spain

En lo que sí acierta Hooper es en la apuesta por los números musicales en directo, prescindiendo del tradicional playback, con el fin de aportar mayor autenticidad a las interpretaciones y no restar nada de emoción al libreto. Y sobre todo en la dirección de actores, algo que ha demostrado en anteriores ocasiones, como en las miniseries Elizabeth y John Adams, en las películas Damned United y en la oscarizada El Discurso del Rey. Hooper es capaz de sacarle petróleo a los figurantes. Absolutamente todos los integrantes del reparto de Los Miserables lo dan todo. Probablemente la gran revelación de este film sea Eddie Redmayne, actor al que vimos hace poco en la miniserie Los Pilares de la Tierra y en Mi Semana con Marilyn y que estaba alucinante en Savage Grace, interpreta de manera enérgica a Marius, un joven revolucionario que se enamora de Cosette. Redmayne irradia carisma y talento y musicalmente cumple con creces, cuenta con la experiencia sobre los escenarios. Lo mismo se puede decir de Aaron Tveit que está impecable en la piel de Enjolras. Samantha Barks repite en la piel de Eponine, lo interpretó en el West End y en el concierto del 25 aniversario. Es quien tiene mejor voz del reparto y es consciente de que a nivel interpretativo es la más floja pero lo resuelve con bastante dignidad. Amanda Seyfried tiene la papeleta de interpretar al personaje más plano de la función, Cosette, pero está perfecta y jamás ha sido más angelical. Los jóvenes Daniel Huttlestone e Isabelle Allen está fantásticos como Gavroche y la pequeña Cosette. Y se nota a la legua que Sacha Baron Cohen y Helena Bohman Carter se lo han pasado bomba interpretando al matrimonio Thénardier responsables del contrapunto cómico. Destacar la intervención de Colm Wilkinson, que fue el primer actor que interpretó a Jean Valjean en los escenarios del West End y Broadway y que aquí da vida al obispo que tiende una mano al protagonista.

Tres son los grandes nombres del reparto de Los Miserables. Según palabras de Cameron Mackintosh y de Tom Hooper esta película no habría sido posible sin Hugh Jackman. El actor australiano se ha curtido en el género musical sobre los escenarios del West End y Broadway y ganó el Tony por interpretar al compositor Peter Allen en The Boy from Oz, sus tablas en el género las ha demostrado con creces cuando en su faceta de showman se ha encargado de presentar las ceremonias de los Tony y los Oscars, la de esta última es la mejor de la historia más reciente del evento cinematográfico por excelencia. Jackman – top cpc – es el Superhombre, su misión en este mundo es hacer el bien. Es eficaz siempre, nadie mejor que él para hacer de Lobezno y nadie mejor que él para hacer de héroe romántico, rudo empotrador en Australia. Y demostró que es un actor de primerísimo nivel en El Truco Final y La Fuente de la Vida. Pero en Los Miserables está en otra dimensión. Ha nacido para interpretar a Jean Valjean, aunque sea joven para hacerlo. Es simplemente bestial lo que hace, pone todo lo que tiene, que no es poco, al servicio del personaje, se come la pantalla a bocados y pone la piel de gallina con números como los de Valjean’s Soliloquy, Who Am I? o Bring Him Home. No le darán el Oscar ni falta que le hace, su interpretación está por encima de todo eso.

 © Universal Pictures International Spain

Mucho se ha hablado de Russell Crowe como Javert. Bien es cierto que no tiene formación lírica, la suya es tabernaria, y que vocalmente desentona al lado de sus compañeros de reparto, aunque no tanto como Nick Jonas interpretando a Marius en el concierto del 25 aniversario del musical. Pero suple sus carencias a base de talento, y a Crowe le sobra toneladas, y lo borda en números como el de Stars, además dota a Javert de humanidad y demuestra que la bestia parda sigue ahí.

Anne Hathaway ha llevado toda la vida queriendo interpretar a Fantine. Su madre era suplente de Randy Graff, que fue quien interpretó a la desgraciada joven en el primer montaje que se hizo en Broadway, y ya se encargó del personaje durante la gira que se realizó en los Estados Unidos en 1987. Hathaway es consciente de que cada una de sus escenas en Los Miserables vale como clip para la ceremonia de los Oscars y después de interpretar I Dreamed a Dream mira a una esquina para ver si viene alguien a entregarle la estatuilla, hasta poniendo el piloto automático se lo darían. Pero la actriz se aprovecha muy bien de este regalo y brinda una interpretación conmovedora, imposible reprimir la emoción durante su número clave.

© Universal Pictures International Spain

Los Miserables no es una película musical fácil, apenas hay transición entre los números musicales, y eso la hace bastante más densa e insoportable para quien no esté acostumbrado a ver propuestas de estas características. Personalmente la disfruté muchísimo y me causó la misma emoción que el musical original. Así que a pesar de sus defectos que me den una así todas las semanas.

elseptimoarte.net - Escrita por: Mary Carmen Rodríguez 
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1 comentario:

  1. Gran puesta en escena y vestuario y medios y también buenas canciones para que todo en 'Los Miserables' acabe sonando huero, vacío, hueco.... Una lástima. Un saludo!

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